Iglesias, ermitas, palacios, yacimientos y cuevas de la Comunitat han sufrido más de cien expolios en seis años. El listado de ataques al patrimonio valenciano aumenta sin freno, pese a que el Consell Valencià de Cultura exigió hace siete meses que se creara un plan de seguridad. La petición, de momento, ha caído en saco roto.
El expolio de la cerámica del siglo XVIII del palacio de Vallvert no es un caso aislado. Por desgracia, el saqueo es el enemigo habitual del patrimonio de la Comunitat y actúa con la silenciosa connivencia de las autoridades competentes. Así lo denuncia desde hace siete meses el Consell Valencià de Cultura (CVC) y así lo demuestra la serie de constantes ataques a iglesias, yacimientos, palacios y alquerías.
Más de un centenar de expolios al patrimonio valenciano se han registrado desde el año 2000 hasta la fecha. El último, el del palacio de Vallvert, terminó con un final feliz: la recuperación de los 1.800 azulejos y las dos vidrieras, junto con la detención de los presuntos expoliadores. Las agresiones al patrimonio valenciano, en la mayoría de los casos, concluyen con la desaparición de las piezas y con su comercialización en el mercado negro.
La escultura de San Pascual en Genovés, la mutilación de la estatua de Venus en los Viveros de Valencia o el robo del tridente de la escultura de Neptuno del siglo XVII son sólo tres casos de agresiones al patrimonio producidas en este año. En el caso de las estatuas, el Ayuntamiento repuso el tridente de Neptuno y se restauró la figura de Venus.
Ante estos actos destructivos, ¿cuál es la reacción del CVC? En abril de este año, su presidente, Santiago Grisolía, exigió con urgencia “un plan de seguridad y la creación de una unidad especializada de la policía autonómica que dote de vigilancia y control los bienes patrimoniales”.
El Consell Valencià de Cultura exponía hace siete meses dicha petición y hasta la fecha nada se ha hecho. Su solicitud, de momento, ha caído en saco roto. El órgano consultivo reiteró ayer su demanda y lamentó tener que sumar otro ataque al listado de agresiones al patrimonio. Si a principios de año Grisolía apuntaba que las instituciones competentes “no podían quedarse paradas” ante hechos tan lamentables como los saqueos y destrozos en cuevas, castillos, museos o alquerías, la falta de protección se ha hecho aún más evidente con el expolio –afortunadamente recuperado– del inmueble de Vallvert.
Uno de los detenidos por el saqueo en el inmueble situado en la calle del Mar de Valencia es un empresario de l’Alcora, que está en libertad. A última hora de la mañana de ayer convocó a los medios de comunicación para ofrecer una rueda de prensa, pero posteriormente la suspendió. El industrial, al parecer, ya no quiere hablar.
Monedas, ánforas y lienzos.
¿Por qué robaron los azulejos del edificio del barón de Vallvert? Porque es el único tesoro que alberga. El director de Patrimonio, Manuel Muñoz, comentó que los objetos de valor del palacio (muebles, piezas de plata y otros bienes) “fueron retirados y están custodiados en lugares confidenciales”.
No es la primera vez que los expoliadores se hacen con botines de cerámica. Hace seis años, el Ayuntamiento de Valencia denunció en los juzgados el robo de valiosos azulejos del siglo XVIII de un edificio municipal, situado frente al Miguelete. Lo mismo sucedió en la parroquia del Salvador de Requena y en la ermita de Vinaròs.
Los ladrones del patrimonio valenciano aceptan cualquier pieza, incluso llegan a mojarse. Así se explica que del yacimiento subacuático de la Vila Joiosa robaran valiosas ánforas del siglo I. Cultura logró recuperar 35 piezas y construyó unas rejas para evitar el acceso a los pecios.
Las piezas, por pequeñas que sean, constituyen tesoros únicos. De ahí que los expoliadores no tuvieran ningún reparo en entrar al museo arqueológico de Dénia para hacerse con un botín de 259 monedas romanas, de las que se recuperaron cinco. Otros amantes de lo ajeno prefieren obras consagradas. En 2002, un óleo de Guillermo Bellos y un grabado de Jaime Giménez desaparecieron de la Escuela de Artes y Oficios. La lista es interminable.
Fuente: Las Provincias.
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