F. J. P.
CÓRDOBA. El Área de Arqueología de la Universidad de Córdoba, integrada en el departamento de Historia del Arte, Arqueología y Música, también ha cuestionado gran parte de la intervención de la Junta en el Puente Romano.
A través de una contundente nota remitida ayer a este diario, la sección académica tilda de «grave y digna de crítica» la visión historicista del proyecto, «contraria» tanto «a las más recientes tendencias de la restauración arquitectónica» como al «espíritu de la legislación vigente» sobre intervención en el patrimonio.
Sin pasar por alto la elección del granito rosa («no radica tanto en el tipo de material, el problema esencial, con ser cuestionables estéticamente»), la nota se centra en «el modo de disponerlos en la obra». Lo que se ha denominado corte industrial del pavimento (pulido) y su disposición geométrica.
Los arqueólogos explican que en una restauración, según este espíritu de la ley, debe primar el respeto al conjunto de los añadidos incorporados a través del tiempo, y asumirlos como síntesis histórica. Durante el examen de la intervención por parte de la Comisión Provincial de Patrimonio, se puso de manifiesto la necesidad de unas catas arqueológicas en el paso histórico que, finalmente, asumió la Junta.
A renglón seguido piden «un esfuerzo añadido de consenso, reflexión y cordura» a responsables institucionales locales y autonómicos e incluso a la ciudadanía «a fin de valorar la afección a la imagen de Córdoba como ciudad histórica que puede provocar una intervención tan polémica, antes de que sea irreversible».
Aún van más allá al plantear que si no se echa marcha atrás, «el escándalo puede traspasar nuestras fronteras y acabar afectando muy seriamente, y quizás de modo determinante», a la propia declaración de Córdoba como Patrimonio de la Humanidad y a sus aspiraciones a la Capitalidad Cultural de 2016.
En un breve recorrido sobre la «biografía» del propio puente, la división de la Universidad incide en sus «numerosas destrucciones intencionales o provocadas por las violentas crecidas del Guadalquivir, lo que fue exigiendo la constante restauración de la obra fundacional; por eso, el puente que hoy vemos es el resultado de numerosas adiciones y reformas». Las mismas son datadas en época islámica, y los siglos XVI, XVII y XVIII y a la primera mitad del siglo XX.
El proyecto del arquitecto Juan Cuenca y parte de la línea argumental de la Junta en toda esta polémica estriba en recuperar la imagen «decimonónica» del Puente sustituyendo la que quedó tras la última intervención del siglo XX, vigente hasta hace pocas fechas.
Una visión, la del arquitecto y la Junta, que también es objeto de crítica por parte del Área de Arqueología, que considera «poco apropiado dar rienda suelta a pretensiones institucionales o personales que puedan afectar a las cualidades históricas del puente».
Hay, además, una clara alusión a las declaraciones de Cuenca días después de la polémica -en las que llegó a plantear que se sentía una víctima de todo lo que estaba sucediendo- que se refleja en la rotunda aseveración de los arqueólogos en su nota: «Por encima de la libertad artística o creativa está el valor patrimonial del objeto a intervenir».
Fuente: ABC
Fuente: ABC
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