Por: J. Lorenzo González M.
Antes de emitir un juicio definitivo, es necesario precisar qué clase de seguridad disponía el resguardo y la vigilancia de las joyas arqueológicas recientemente plagiadas en el municipio de Ixtlán del Río. De acuerdo a investigaciones realizas con el tema, las joyas arqueológicas hurtadas en la zona de los Toriles proceden de la fase Ahualulco del periodo clásico temprano que data del año 200 a 400 después de Cristo.
Con la inseguridad que se vive actualmente en algunas entidades de nuestro país y que fácilmente puede trasladarse a otras ciudades, es una aberración no disponer de las medidas necesarias de seguridad para proteger el patrimonio histórico de los Ixtlenses.
Evidentemente, no es la primera ocasión que acontece este tipo de ilícitos en joyas arqueológicas en nuestra localidad, debido a que gran número de ciudadanos todavía se preguntan a donde fueron a parar la colección de cerámica prehispánica que se exhibía en el inmueble que ocupa la Presidencia Municipal en los años de 1976 a 1981.
Es inconcebible pensar, de qué manera se puede desaparecer este legado arqueológico, tan valioso para los nayaritas y para los mexicanos que data de Mil Ochocientos años de historia, que fue precisamente cuando tiene presencia en este Valle de Ixtlán una de las culturas de las “Tumbas de Tiro”, denominadas en el escenario cultural como de “Estilo Ixtlán”.
En estos cementerios se han encontrado diversos tipos de cerámica que fueron elaboradas por los antiguos Ixtlenses y sometidas a altas temperaturas para lograr la perfección de conservarse a través de los siglos. Entre los objetos encontrados podemos mencionar: Ollas , cántaros, jarros, flautas, figuras humanas y de animales, lisas o decoradas con pintura en barro a base de arcilla roja o blanca; puntas de flecha y hachas. Además, objetos elaborados con obsidiana, como cuchillos con doble filo, círculos gruesos de este mismo material, que se presume se utilizaron en calidad de espejos.
También, se han encontrado en estas tumbas que fueron construidas en forma de bota con escalón en la base del hueco, y que tenían una profundidad que oscila entre los ocho y diez metros de profundidad; piezas de joyería de color azul-verde con pequeños montajes de turquesa y jade, y ocasionalmente cristales de cuarzo, ópalos y conchas marinas. Estos últimos objetos eran mas sofisticados debido a que pertenecieron a una clase social alta, y fueron encontrados en cementerios de la elite de este periodo histórico.
Evidentemente, la alfarería practicada en el Valle de Ixtlán indica la utilización de materiales de buena calidad, que según investigaciones realizadas tenían alto grado de especialización en la elaboración de esta cerámica, por la gran variedad de objetos encontrados. La idea de enterrar a los difuntos junto a los objetos de cerámica, siendo los más comunes las piezas de cocina y de almacenamiento, obedeció esta situación a la creencia que tuvieron los indígenas de que después de la muerte encontrarían mejores oportunidades de bienestar en otros mundos.
Sin lugar a dudas, Mil 800 años de historia que se calcula tenían estas joyas arqueológicas de los Toriles plagiadas, se suman a la enorme cantidad de tumbas saqueadas durante los años de los 50` a los 70`, que fue cuando se dio este escenario con los llamados “moneros”, que comercializaron ilícitamente miles de piezas arqueológicas de inigualable valor artístico y, que fueron a parar a colecciones privadas y algunos museos en el extranjero, en donde seguramente existen mayor número de alfarería antigua de México, que propiamente en nuestro país.
Sin embargo, los moneros guiados por la idea errónea de localizar en estos cementerios metales preciosos, como oro y plata, que según investigaciones confirman que en esta época no existió actividad relacionada con estos minerales, por lo que se dedicaron a comercializar estos objetos prehispánicos con nacionales y a extranjeros.
En relación a la situación anterior, es oportuno señalar, la necesidad de implementar dos acciones básicas: Incrementar el inventario de joyas arqueológicas en nuestro municipio, Es decir, diseñar una serie de estrategias para promover la donación de parte de particulares de objetos antiguos con valor artístico, como cerámica arqueológica, con el objeto de equipar un museo regional seguro y confiable, donde se inscriba el nombre del donante en la vitrina.
De igual manera, establecer mecanismos necesarios para establecer en Ixtlán del Río, una fundación A.C. con empresarios con solvencia moral y económica, para que establezcan canales de comunicación con el gobierno federal para rescatar las piezas arqueológicas de esta región, que se encuentran en museos en el extranjero. De no realizar estas y otras acciones seguramente las siguientes generaciones de nayaritas y mexicanos nos cuestionaran porque no hicimos nada por preservar el extraordinario legado histórico que nos dejaron los antiguos Ixtlenses.
Fuente: Periódico Express
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