Marta Hontoria
Dibujo de una de las dos piezas que el Getty devuelve a Atenas Dibujo de una de las dos piezas que el Getty devuelve a Atenas |
Washington- No son ligeras sospechas, sino pruebas irrefutables de expolio las que afrontan hasta seis museos estadounidenses, entre ellos, venerables instituciones de primerísima fila. En los últimos meses, la agresiva política de reclamación de países como Italia y Grecia ha dado sus primeros frutos. El Metropolitan de Nueva York ya ha renunciado a una de las joyas más preciadas de su colección, un vaso griego de 2.500 años de antigüedad que es parte de un total de 21 piezas que fueron saqueadas de excavaciones italianas.
Las arduas negociaciones no han hecho, sin embargo, más que empezar. En la costa oeste de Estados Unidos, el Museo Getty intenta olvidar uno de los años más aciagos de su historia. El pasado martes, la institución privada de Los Ángeles accedió a devolver dos antigüedades a Atenas, una estela funeraria grabada y un bajorrelieve de la isla de Thasos, pero todo indica que deberá repatriar también una corona funeraria helenística de oro y un torso en mármol de Koré. La estela funeraria, por ejemplo, fue comprada por el Getty en 1993 a una galería de Manhattan, pero según el Gobierno griego, la pieza de 2.400 años fue sustraída de una excavación no controlada en Beocia.
Una obra maestra
La institución pierde así «una de las obras maestras de su colección». Casi medio siglo llevaba el bajorrelieve de la discordia en el museo. Fue su fundador, el magnate J. Paul Getty, quien lo adquirió en 1955, con la mala fortuna de que en realidad había sido robado a un equipo de arqueólogos franceses al noroeste del mar Egeo en 1911.
La sombra del delito en la grandiosa colección del Getty empañó el pasado enero la gran inauguración de su «Villa», un centro espectacular dedicado al estudio de las culturas antiguas donde se expone la pieza de Thasos. Entonces, su principal impulsora, la conservadora Marion True era juzgada en Roma por tráfico de antigüedades, y el director del museo, Michael Brand, se encontraba no muy lejos negociando con las autoridades italianas el regreso de algunos de sus objetos más valiosos.
El Gobierno italiano y el Getty Museum llegaron a un acuerdo a principios de junio, según el cual la galería estadounidense devolverá a Italia «un cierto número de obras de gran valor, incluidas diversas obras maestras». A pesar de que se aseguró que el acuerdo se haría efectivo a lo largo de este verano, ninguna de las dos partes ha referido novedades al respecto, ni se han filtrado nuevos detalles.
Italia quiere 52 piezas
Fuentes citadas por el diario «Los Angeles Times» aseguraron que el número de piezas será superior a 20 y aventuraron que, entre ellas, se podría contar una estatua de Apolo, la Venus de Morgantina y una copa griega de hace 2.600 años atribuida a Euprfonios, informa desde Roma Ángel Villarino. El Ministerio de Cultura italiano asegura contar con pruebas que demuestran que un total de 52 obras de arte fueron sustraídas de Italia y vendidas al Getty por cifras millonarias. Según «Los Angeles Times», la galería estadounidense cuenta con más de 350 obras adquiridas de modo ilegal, con un valor que ascendería a 100 millones de dólares. De hecho, y según medios italianos, el ministro de Cultura, Francesco Rutelli, ya pidió a sus colaboradores a mediados de junio un informe actualizado con el resto de obras que salieron de Italia y acabaron en el Getty.
Otros museos norteamericanos bajo sospecha de expolio son el Museum of Fine Art de Boston, el Instituto de Arte de Minneapolis, el Museo de Arte de Toledo y el Museo de Arte de la Universidad de Princeton. En estos casos, son pequeñas piezas de artesanía clásica los objetos de la reclamación.
Éstas y otras instituciones han debatido durante décadas la conveniencia de adquirir ciertas obras sin la adecuada documentación. En 1970, una convención de la Unesco declaró ilegal la «importación, exportación o transferencia» de propiedad cultural sin la autorización del país de origen. Italia ratificó esta convención en 1979 y el Congreso de EE UU en 1983. Pese a ello, los directores de las instituciones americanas prefirieron, en general, correr el riesgo de comprar objetos de procedencia cuestionable ya que lo consideraban parte de su misión: era preferible que las piezas fueran mostradas en los museos que escondidas en colecciones privadas. Esta actitud empezó a cambiar en 1990, cuando empezaron las demandas judiciales por parte de las víctimas del Holocausto para recuperar los objetos que les fueron saqueados durante la Segunda Guerra Mundial.
El caso de Egipto
Hasta 1983 era una práctica usual del Gobierno egipcio regalar o vender valiosas piezas arqueológicas a otros países para mantener buenas relaciones diplomáticas. A partir de entonces, se aprobó una ley para proteger el patrimonio cultural del país, informa desde El Cairo Ethel Bonet. Sin embargo, esta norma no ha conseguido frenar el tráfico ilegal de piezas arqueológicas. Para Zahi Hawas, secretario general del Consejo Superior de Antigüedades (CSA), «la ley de 1983 está obsoleta, porque las penas impuestas para este tipo de delitos no son lo suficientemente duras». En 2002, Hawas introdujo nuevas medidas de seguridad para combatir el masivo robo y contrabando de piezas arqueológicas.
Para ello, creó el Departamento de Recuperación de Piezas Robadas. Gracias a esta iniciativa se han devuelto a Egipto algunas estatuas del Templo de Karnak, en Luxor, dos máscaras romanas y un hermoso relieve del rey Amenhotep III. Asimismo, museos y agentes de aduanas alrededor del mundo están cooperando con las autoridades egipcias para devolver las piezas a su lugar de origen.
En noviembre de 2003, el Gobierno de Suiza devolvió 280 piezas que habían sido expoliadas. Pero a Hawas le quedan por ganar muchas batallas, aseguró a la RAZÓN Reda Sulaiman, del equipo directivo del CSA. Las cinco piezas más valiosas de la Historia Antigua de Egipto siguen en los principales museos de Europa, entre otras, la piedra Roseta en Londres, el busto de la Reina Nefertiti en Berlín y el Zodiaco de Denara en París. Hawas ha interpuesto una demanda judicial contra el museo de Arte de Saint Louis de EE UU, por negarse a devolver a Egipto una mascara de 3.000 años de una noble de la XIX dinastía, conocida por Ka-Nefer Nefer.
Fuente: La Razón
Las arduas negociaciones no han hecho, sin embargo, más que empezar. En la costa oeste de Estados Unidos, el Museo Getty intenta olvidar uno de los años más aciagos de su historia. El pasado martes, la institución privada de Los Ángeles accedió a devolver dos antigüedades a Atenas, una estela funeraria grabada y un bajorrelieve de la isla de Thasos, pero todo indica que deberá repatriar también una corona funeraria helenística de oro y un torso en mármol de Koré. La estela funeraria, por ejemplo, fue comprada por el Getty en 1993 a una galería de Manhattan, pero según el Gobierno griego, la pieza de 2.400 años fue sustraída de una excavación no controlada en Beocia.
Una obra maestra
La institución pierde así «una de las obras maestras de su colección». Casi medio siglo llevaba el bajorrelieve de la discordia en el museo. Fue su fundador, el magnate J. Paul Getty, quien lo adquirió en 1955, con la mala fortuna de que en realidad había sido robado a un equipo de arqueólogos franceses al noroeste del mar Egeo en 1911.
La sombra del delito en la grandiosa colección del Getty empañó el pasado enero la gran inauguración de su «Villa», un centro espectacular dedicado al estudio de las culturas antiguas donde se expone la pieza de Thasos. Entonces, su principal impulsora, la conservadora Marion True era juzgada en Roma por tráfico de antigüedades, y el director del museo, Michael Brand, se encontraba no muy lejos negociando con las autoridades italianas el regreso de algunos de sus objetos más valiosos.
El Gobierno italiano y el Getty Museum llegaron a un acuerdo a principios de junio, según el cual la galería estadounidense devolverá a Italia «un cierto número de obras de gran valor, incluidas diversas obras maestras». A pesar de que se aseguró que el acuerdo se haría efectivo a lo largo de este verano, ninguna de las dos partes ha referido novedades al respecto, ni se han filtrado nuevos detalles.
Italia quiere 52 piezas
Fuentes citadas por el diario «Los Angeles Times» aseguraron que el número de piezas será superior a 20 y aventuraron que, entre ellas, se podría contar una estatua de Apolo, la Venus de Morgantina y una copa griega de hace 2.600 años atribuida a Euprfonios, informa desde Roma Ángel Villarino. El Ministerio de Cultura italiano asegura contar con pruebas que demuestran que un total de 52 obras de arte fueron sustraídas de Italia y vendidas al Getty por cifras millonarias. Según «Los Angeles Times», la galería estadounidense cuenta con más de 350 obras adquiridas de modo ilegal, con un valor que ascendería a 100 millones de dólares. De hecho, y según medios italianos, el ministro de Cultura, Francesco Rutelli, ya pidió a sus colaboradores a mediados de junio un informe actualizado con el resto de obras que salieron de Italia y acabaron en el Getty.
Otros museos norteamericanos bajo sospecha de expolio son el Museum of Fine Art de Boston, el Instituto de Arte de Minneapolis, el Museo de Arte de Toledo y el Museo de Arte de la Universidad de Princeton. En estos casos, son pequeñas piezas de artesanía clásica los objetos de la reclamación.
Éstas y otras instituciones han debatido durante décadas la conveniencia de adquirir ciertas obras sin la adecuada documentación. En 1970, una convención de la Unesco declaró ilegal la «importación, exportación o transferencia» de propiedad cultural sin la autorización del país de origen. Italia ratificó esta convención en 1979 y el Congreso de EE UU en 1983. Pese a ello, los directores de las instituciones americanas prefirieron, en general, correr el riesgo de comprar objetos de procedencia cuestionable ya que lo consideraban parte de su misión: era preferible que las piezas fueran mostradas en los museos que escondidas en colecciones privadas. Esta actitud empezó a cambiar en 1990, cuando empezaron las demandas judiciales por parte de las víctimas del Holocausto para recuperar los objetos que les fueron saqueados durante la Segunda Guerra Mundial.
El caso de Egipto
Hasta 1983 era una práctica usual del Gobierno egipcio regalar o vender valiosas piezas arqueológicas a otros países para mantener buenas relaciones diplomáticas. A partir de entonces, se aprobó una ley para proteger el patrimonio cultural del país, informa desde El Cairo Ethel Bonet. Sin embargo, esta norma no ha conseguido frenar el tráfico ilegal de piezas arqueológicas. Para Zahi Hawas, secretario general del Consejo Superior de Antigüedades (CSA), «la ley de 1983 está obsoleta, porque las penas impuestas para este tipo de delitos no son lo suficientemente duras». En 2002, Hawas introdujo nuevas medidas de seguridad para combatir el masivo robo y contrabando de piezas arqueológicas.
Para ello, creó el Departamento de Recuperación de Piezas Robadas. Gracias a esta iniciativa se han devuelto a Egipto algunas estatuas del Templo de Karnak, en Luxor, dos máscaras romanas y un hermoso relieve del rey Amenhotep III. Asimismo, museos y agentes de aduanas alrededor del mundo están cooperando con las autoridades egipcias para devolver las piezas a su lugar de origen.
En noviembre de 2003, el Gobierno de Suiza devolvió 280 piezas que habían sido expoliadas. Pero a Hawas le quedan por ganar muchas batallas, aseguró a la RAZÓN Reda Sulaiman, del equipo directivo del CSA. Las cinco piezas más valiosas de la Historia Antigua de Egipto siguen en los principales museos de Europa, entre otras, la piedra Roseta en Londres, el busto de la Reina Nefertiti en Berlín y el Zodiaco de Denara en París. Hawas ha interpuesto una demanda judicial contra el museo de Arte de Saint Louis de EE UU, por negarse a devolver a Egipto una mascara de 3.000 años de una noble de la XIX dinastía, conocida por Ka-Nefer Nefer.
Fuente: La Razón
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