Catorce personas van a trabajar en las inmediaciones de Txalintxo bajo la dirección de Sonia San José
AZKOITIA. DV. Ahora hace un mes notificábamos en estas líneas que la Sociedad de Ciencias Aranzadi y, concretamente, su departamento de Arqueología Prehistórica buscaba voluntarios para iniciar durante este mes de julio las excavaciones en el poblado amurallado de Munoandi, Txalintxo.
Desde las primeras catas realizadas en el lugar, allá por 1995, los vestigios hallados daban fe de la existencia de un asentamiento relacionado con la Edad del Hierro, aproximadamente de hace 2800 años. Los restos de una amplia muralla confirman la existencia de un recinto amurallado de gran envergadura donde probablemente habitaría un núcleo poblacional con un alto grado de organización y desarrollo.
Este tipo de hallazgos, relacionados con asentamientos humanos, son muy escasos y en la zona guipuzcoana, ya que apenas se tiene constancia de unos nueve poblados de esta etapa.
IBajo la dirección de Sonia San José, 14 voluntarios (3 de Azpeitia, 1 de Valladolid y el resto de Madrid) han comenzado las labores de excavación en una zona de Munoandi, donde podría situarse una de las entradas al citado recinto amurallado.
La idea era comenzar en otra zona poblada con pinos de 40 años, para lo cual se requería de al menos de 15 días sin lluvia para poder tirar los pinos, pero la climatología no lo ha permitido, por lo que no ha podido ser.
Teniendo en cuenta que el proyecto es trabajar un mes durante los próximos 6 años, no se podía perder más tiempo y se ha iniciado el trabajo en otra zona con pinos más pequeños y más fáciles de quitar.
Así pues, los trabajos se han iniciado en la parte superior de la muralla marcando la zona en cuadrados de 5 x 5 metros para proceder a la limpieza de vegetación y poder retirar el mantillo vegetal en una profundidad de aproximadamente de 15 cm. Bajo esta ligera capa ya aparecen las piedras que probablemente conformarían la estructura de la muralla.
Excedente agrícola
Hay que tener en cuenta que los antiguos pobladores de este recinto de gran extensión, estimado en unos 70.000 metros cuadrados que vendrían a ser más de 8 campos de fútbol, han vivido la gran revolución que supuso el cambio de la Edad del Bronce a la Edad de Hierro. Sus herramientas para trabajar la tierra eran más duraderas y ya no se rompían como cuando las hacían de bronce; lo mismo sucede con sus armas, que eran más duras y fiables.
Por ello, en esta época se incrementó la producción agrícola por la mejora de la herramienta y de los métodos de producción. El excedente agrícola generado puede ser un rico botín para poblaciones cercanas y ante la ausencia de restos que hagan pensar en conflictos armados, por lo menos hasta ahora, ésta puede ser una razón de peso para amurallar la población. A este respecto, se esperan encontrar, al igual que en otros poblados guipuzcoanos de la época, restos de tierra y carbón de los hogares de nuestros antepasados. Allí es habitual dar con polen y semillas que nos den idea de lo que se plantaba y recogía, seguramente cereales como trigo, cebada, mijo y leguminosas.
También es probable el hecho de la seguridad preventiva; en todo caso es mejor atacar poblaciones menos resguardadas.
De todas formas, antes de que fuéramos azkoitiarras o azpeitiarras vivíamos en Munoandi. Éste es un lugar elevado y fácil de defender; lejos de la cuenca del Urola y de los perniciosos efectos para la salud de zonas pantanosas o inundadas; lejos de las alimañas que se acercarían al río a beber o cazar.
Fuente: Diario Vasco
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