11 noviembre 2006

Aparecen restos del final de la Edad del Bronce en Medina Sidonia.

Las excavaciones arqueológicas que desde el pasado mes de abril, bajo la dirección de los arqueólogos Manuel y Salvador Montañés Caballero, se están efectuando promovidas por el Ayuntamiento de Medina Sidonia, están obteniendo unos resultados especialmente importantes para conocer y sacar a la luz datos arqueológicos que permitirán conocer las estructuras defensivas de las diferentes épocas y culturas que se asentaron en el entramado fortificado situado en lo más alto del cerro asidonense.

Los arqueólogos directores de las obras han destacado que “desde que se iniciaran los primeros trabajos de desbroce en el mes de abril, se ha avanzado de manera importante en la ejecución del proyecto de excavación arqueológica de las ruinas del castillo de Medina Sidonia, obteniéndose resultados bastante significativos en cuanto a conocimiento de estructuras defensivas de diferentes épocas, tanto de las que parcialmente estaban emergentes, como de otras soterradas y de las que ya se poseían algunos datos a partir de los sondeos realizados en el año 2004 como estudios previos.”

Manuel y Salvador Montañés, han adelantado que es “ previsible que pronto una parte del castillo esté perfectamente acabada y pueda ser visitable por el público tras la consolidación-restauración de las murallas y la puesta en valor del conjunto”, labor esta última que está siendo dirigida por el arquitecto José Ignacio Fernández-Pujol, y señalan que “tras la finalización de estos doce meses de trabajo se están dando ya los pasos para que puedan continuar las excavaciones y la consiguiente adecuación para la visita de la parte que aún va a restar por ejecutar”.

Por lo ejecutado hasta el momento, se pueden adelantar algunos de los resultados que van aportando las excavaciones.Según destacan los arqueólogos, “se documenta una ocupación del cerro en el que se sitúa la fortaleza de, al menos, la Edad del Bronce Final, con lo que nos retrotraemos en el tiempo unos tres mil años, momento en el que podría haber existido en el lugar un bastión o defensa estratégica desde la que se controlaría una gran extensión de terreno en derredor, gracias a la gran altura del enclave. Si bien hasta ahora no han aparecido indicios claros de construcciones de estas fechas tan remotas, sí se están hallando gran cantidad de restos cerámicos realizados a mano y de superficies bruñidas de una excelente calidad, y algunas hachas de piedra pulimentada.”

El equipo de arqueólogos destaca que “sobre estos vestigios los romanos cimentarían un castellum o fortaleza de gran solidez, con gruesos muros construidos con sillares, ocupando la mayor parte de la cumbre del cerro. Se cuenta ya en el lado Este con un frente de muralla de más de 60 metros de longitud, que tiene adosadas a tramos regulares seis pequeñas torres rectangulares, y dos grandes estructuras cuadrangulares defensivas de las mismas características adosadas en el flanco Sur.”

Aún sin poder precisar una cronología más exacta, en diversas zonas, según consta los estudios de Manuel y Salvador Montañés “se ha constatado la presencia de niveles de época republicana, es decir anteriores a la era cristiana, y materiales cerámicos en las fosas de cimentación de las murallas que están todavía pendientes de su estudio y que aportarán luz sobre la fecha de construcción de este castillo.”

La importancia del hallazgo radica en que hasta el momento no se han encontrado paralelos en la Península (sí existen cinturones amurallados urbanos y vestigios de campamentos militares), y aún menos con el grado de conservación que presenta éste de Medina Sidonia, lo que va a convertirlo en un monumento único de la etapa de presencia romana en España, y un ejemplo de los medios utilizados por éstos en el control militar del territorio, en el que la antigua Asido Caesarina (nombre que se dio entonces a Medina) jugaría, por lo que se está descubriendo, un papel estratégico fundamental, tanto en los primeros momentos de la conquista de Hispania como en los siglos posteriores en que se produce la amenaza de las invasiones de los pueblos bárbaros”.

También asociados al castellum romano se han excavado una serie de cisternas, que asegurarían el almacenamiento de agua para el abastecimiento diario y en caso de asedio; y como parte del entramado defensivo, en la cara Norte se ha excavado parcialmente un foso tallado sobre el terreno natural, con una anchura de unos diez metros y siete de profundidad.

Del período islámico, del que hasta ahora se creía que eran todos los lienzos de murallas visibles, se están localizando diversos materiales cerámicos y constructivos en unos rellenos del terreno muy alterados en épocas posteriores y como novedad, destacan los arqueólogos “el hallazgo de varios tramos de murallas construidas con tapial, cuya fábrica se realizaba con una mezcla prensada de tierra, pequeños guijarros, trozos de cerámicas y algo de cal, que a juzgar por los materiales que se han sacado de su fosa de cimentación podría ser del siglo XI, de época almorávide, siendo el perímetro de este nuevo castillo sensiblemente mayor que el romano”.

Para Manuel y Salvador Montañés “tanto en la excavación como en la documentación consultada, se constata que entre finales del siglo XVI y bien avanzado el XX el castillo y su entorno sirvieron de cantera para extraer piedras que se utilizaron en nuevas construcciones de la ciudad, como la iglesia Mayor y el Ayuntamiento, dejando a la fortaleza en las ruinas que han llegado hasta nosotros”.

Fuente: Diario de Cádiz.

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