El grabado de un caballo de hace 16.000 años corre peligro al estar abierta la puerta de la Cova del Parpalló de Gandia.
La arqueología corre peligro. La falta de vigilancia y de medidas de seguridad en los yacimientos prehistóricos de la Safor propician la entrada de los vándalos para cometer atentados contra el arte rupestre. Las últimas agresiones así lo demuestran y todo continúa igual.Candados endebles, verjas que se pueden saltar, puertas abiertas durante semanas y meses e incluso cancelas rotas. Los sistemas de seguridad son deficientes si se tiene en cuenta que las cavidades todavía albergan tesoros arqueológicos de valor incalculable.
Si bien en la Cova de la Clau de Palma de Gandia unos delincuentes realizaron pintadas con spray amarillo fluorescente sobre dibujos de hace más de 8.000 años -después de romper el cerrojo para acceder a la cavidad-, en los últimos días la puerta de la Cova del Parpalló de Gandia permanecía abierta de par en par. Una vez más, alguien destruyó el candado. De esta manera, cualquiera que quisiera podía adentrarse en uno de los santuarios del Paleolítico más importantes de España.
Allí a lo largo de los años se han encontrado plaquetas artísticas que ahora permanecen en museos. No en vano tiene la denominación de Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, todavía queda en el interior de la Cova del Parpalló un dibujo de un caballo grabado en la pared de hace 16.000 años, el cual pertenece al periodo solutrense.
“Sería como destruir un Goya”
Esta pieza artística fue descubierta en 2001 por el equipo liderado por José Aparicio, jefe de los servicios de Arqueología de la Diputación de Valencia. El experto destacó la importancia de este grabado y llegó a aseverar que si este dibujo se destruyera “sería igual que si se aniquilara un Velázquez, un Goya o un Picasso”. El arqueólogo municipal de Gandia, Joan Cardona, no podía creerse ayer que “otra vez” alguien había roto el candado.
“Hemos cambiado la cerradura un montón de veces, pero no hay nada que hacer, la gente la rompe”, lamentó Cardona, quien aseguró que inmediatamente avisaría al encargado para reparar la puerta. El cerrajero, según relató el arqueólogo, estuvo en la Cova del Parpalló hace sólo un mes y medio para renovar la cerradura. Pero se ha demostrado que no ha habido éxito.
Cardona aclaró ayer que las verjas o los candados son “precintos administrativos” que se instalan para alertar de que la entrada está prohibida. “Aquellos que acceden están incurriendo en un delito de ataque al patrimonio y lo saben”. No es la primera vez que abren, rompen o saltan la verja de la Cova del Parpalló. En 2004, los expertos encontraron dos grafitos de tinta plasmados sobre una piedra en el interior de la cavidad, afortunadamente alejados del grabado del caballo; y en 2003 el abandono llegó a extremos insospechados al hallar jeringuillas y mantas.
Si a ello se añade que hace varios años la Cova del Bolomor de Tavernes sufrió un ataque así como la de les Meravelles de Gandia, -en donde los grabados también fueron ensuciados con grafitos en 2003-, el debate sobre si los yacimientos arqueológicos deberían estar más controlados recobra fuerza.
Piezas esparcidas en Oliva
Hace varias semanas, sin ir más lejos, Aparicio acudió en compañía de expertos lingüistas al poblado ibérico de El Castellar de Oliva. Allí, de nuevo, descubrieron que todavía quedan cientos de piezas de cerámica ibérica esparcida y expuestas al expolio.
En la provincia de Valencia se han producido numerosos actos vandálicos. Uno de los más relevantes ocurrió hace quince años en Benirrama. “Se arrancaron figuras humanas con un radial. Las pinturas rupestres que había allí eran similares a las de la Cova de la Clau de Palma”, argumentó Aparicio. Muchos especialistas se echan las manos a la cabeza cuando ven la escasa protección en el patrimonio, el cual en numerosas ocasiones no sólo sufre atentados sino también expolio.
Fuente: Las Provincias
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