11 agosto 2007

Ciudad Real - La tierra hecha memoria

El yacimiento de Jamila mostrará la riqueza arqueológica de su entorno: puente, calzada, y edificio público romano, mediante un itinerario marcado con rutas para los visitantes

El entorno del valle del Jabalón esconde en sus alrededores la historia de la humanidad a través del paso de distintas civilizaciones, que se han ido asentando a lo largo de los siglos aprovechando su posición estratégica.

Distribuidos por su entorno se pueden diferenciar yacimientos paleolíticos (descubrimiento de hachas de mano de piedra) a yacimientos de la Edad de Cobre y Bronce (aparición de metales), íbero-romanos (cerámicas en el propio yacimiento de Jamila y Santuario) pasando por la etapa romana (puente de Triviño y villas colindantes) hasta la Edad Media.

De este conjunto arqueológico destacan dos verdaderos tesoros por la evolución de los trabajos de excavación, restauración y consolidación llevados a cabo en diferentes campañas desde el año 97 de forma interrumpida: el puente de Triviño y el yacimiento de Jamila. Así, en apenas dos kilómetros de radio se han documentado parte de dos calzadas romanas, un puente sobre el río Jabalón, cuatro’villae’ y lo que se considera una posible ‘ciudad’, ‘colonia’, o ‘núcleo habitado de relativa importancia’.

Ambos espacios, una vez sólidamente consolidados, previsiblemente el próximo año, pasarán a formar parte de un itinerario marcado abierto a todos los visitantes. De tal modo, el proyecto inicial, enmarcado dentro de un concepto de musealización moderna, tratará de unir a través de una ruta sendos yacimientos.

El objetivo destaca el director del proyecto del entorno Jamila, Pedro R. Moya, es ofrecer rutas alternativas o complementarias al tradicional conjunto arquitectónico e histórico de Villanueva de los Infantes.

No obstante, el fin último es crear un auténtico parque arqueológico, destaca.

Puente de triviño. El puente de Triviño se sitúa en el antiguo camino de entrada de la meseta y el Alto de Andalucía, y es citado como vía 29 en el Itinerario de Antonio, ubicándolo entre Laminium (alambra) y Mariana (cercanías de Puebla del Príncipe).

Hasta el momento, las diferentes campañas de excavación han logrado sacar a la luz la parte vieja del puente y la plataforma construida en el siglo XVIII, sobre las que discurre una auténtica calzada romana empedrada de 120 metros de longitud. No obstante, los arqueólogos han descubierto que a ambos lados del puente continúa dicha calzada, de ahí que uno de los objetivos sea dar continuidad a los trabajos de excavación.

Pedro R. Moya explica que tanto los elementos que conforman la calzada como su reutilización en diferentes etapas viene a confirmar la importancia de este eje de comunicación, «nudo de redes comerciales y sociales», lo que explica, a su vez, destaca, la multiplicidad de yacimientos aledaños del 2.500 a. C. «inusualmente ricos» donde se ha encontrado ámbar, material de importación, piedras no propias de la zona, etc.

Las dos partes del puente se diferencian en función de los materiales como por el propio tipo de construcción.

De tal modo, Moya señala cómo en la parte vieja (romana) los cimientos son más sólidos bajando hasta la roca madre. De ahí, dice, que tan sólo hay tajamares, es decir, triángulos que abren el agua, mientras en el resto de puentes disponen de contrafuertes. Asimismo, destaca el arco central con dos de menor tamaño a ambos lados, «elemento típicamente romano, junto a los sillares impresos con triángulos para meter las palancas» .

Por su parte, la construcción de la plataforma aledaña en el siglo de XVIII viene determinada por la necesidad de dar respuesta a la problemática del desplazamiento del río al estar colmatado el puente romano (tapado por lodos).

Jamila. El yacimiento propiamente dicho de Jamila consta de una columnata, edificio rectangular con puerta interna y 14 columnas de 55x 33 metros. Así, el edificio se divide en dos partes diferenciadas, la zona sur de tipo monumental y la zona norte de uso doméstico. Además, el yacimiento dispone de un pozo donde se encontraron cerámicas íbero-romanas.

Las diferentes hipótesis sobre el significado de este edificio apuntan a un sentido religioso de culto o bien económico a modo de almacén. Sin embargo, la presencia de desagües desmonta esta segunda idea, mientras que la existencia de un pasillo interno «no casa con la primera», aparte de la presencia de un material ibero-romano que «nos descoloca por completo», afirma Moya. No obstante, de lo que no cabe duda es de la importancia del edificio por su valor ornamental y la amplitud de su entrada, destaca. La identificación si cabe resulta más compleja debido a la ocupación de este espacio en la Edad Media, como se desprende de los elementos encontrados, monedas de Alfonso X o cruces medievales, junto a la reutilización de materiales como tambores de columnas usados como quicios de las puertas, tambores que aparecen distribuidos por doquier, lo que a su vez hace pensar que las columnas fueron cortadas y su altitud actual no se corresponde con la original.


Deterioros.
La historia del entorno de Jamila, según señala el director arqueólogo, es muy triste puesto que a finales de los 70 se comienza a excavar de forma furtiva destrozando parte de este patrimonio. Por ello, en los años 90 se solicita el inicio oficial de campañas de excavación para salvar este entorno. Pero no éste el único peligro procedente de la mano del hombre, destaca Moya. Así, en los alrededores del puente de Triviño el paso de una vereda no es respetado por el terrateniente que posee el terreno colindante, «lo que conlleva a su utilización con fines agrícolas». A ello, se añaden diferentes intereses que han hecho que en las cercanías del Santuario, donde se encontraron mosaicos del siglo I a. C., ni siquiera se hayan realizado catas, señala Moya. Y todo ello, «sin mencionar la prohibición de abrir más yacimientos por parte de la Junta en el año 2000». De ahí, que la financiación corra a cargo del Ayuntamiento de Infantes.

Fuente: www.diariolatribuna.com

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