Atea es una joven íbera que vive en el poblado de Kelin (Caudete de las Fuentes). “¡Vosotros, extranjeros!” –apela a los turistas– “¿De dónde venís? Vuestros atuendos son muy extraños. Nunca antes los había contemplado”, prosigue.
Este monólogo forma parte de una visita cultural. A la hora de hacer una excursión uno puede optar por el método tradicional con un guía que explica los monumentos más importantes del lugar o puede hablar directamente con íberos, griegos, romanos... La segunda opción es la que representa Atea. La joven continúa interpelando a los extranjeros: “El año pasado gané el concurso de mi poblado a la mejor tejedora. ¡Vosotros!, ¿sabéis tejer? Os reto”.
La empresa valenciana Darqueo puso en marcha hace ya unos años rutas turísticas que se salen de la normalidad no sólo por los lugares seleccionados para visitar sino también por la forma de acercarse a ellos. Sus gerentes son arqueólogas de profesión y comenzaron haciendo excavaciones. “Nos dimos cuenta de que todo el valor histórico y antropológico que tiene un yacimiento no se puede asimilar con una visita tradicional”, explica Paula Jardón, una de las encargadas.
A través de la historia de los itinerarios, el turista reflexionar sobre el remoto pasado. Jardón pone un ejemplo: “Si una persona se acerca al castillo de Buñol, es posible que no caiga en la cuenta de que está en una fortaleza. El turista ve casas y lo que no sabe es que el castillo está integrado en el municipio”. La monitora asegura que el objetivo es que los visitantes entiendan que lo que ven no siempre fue así, no siempre tuvo la forma y la utilidad que tienen en la actualidad.
La empresa ofrece también visitas teatralizadas como la de Atea, que extrañada sigue hablando con los visitantes: “Ese rojo tan intenso de tu atuendo, ¿qué pigmento has utilizado para conseguirlo?”, pregunta a los turistas. “Venid a mi casa y os mostraré mi telar. Nuestra materia prima la sacamos de los campos de lino, de las cabras y de las ovejas. ¿Queréis probar?”, continúa.
Juegos y actores
Los monitores enseñan a interpretar el patrimonio en cualquier formato (palabras, juegos, etcétera), pero una imagen vale más que mil palabras. “En un yacimiento como Kelin el turista ve piedras y con algo de suerte ruinas, pero no relaciona esos restos con las actividades diarias que desarrollaban los habitantes del poblado”, comenta Jardón.
Durante un día los monitores y algunos actores previamente aleccionados se convierten en ganaderos, tejedores, fundidores de metal o agricultores íberos. Todos las actuaciones están hechas sobre datos con rigor histórico. “Cuando estudiamos los yacimientos encontramos restos de telas, carbones, comida... Los residuos están perfectamente datados y documentados. Por eso sabemos de qué material y de qué forma hacían sus ropas, qué instrumentos utilizan para el ganado o para la agricultura... y así los reproducimos para los visitantes”, puntualiza Paula Jardón.
“Tú, extranjero, ¿qué es ese extraño utensilio que tira haces de luz blanca?”. Atea pregunta por las cámaras de fotos que no paran de inmortalizarla junto a su telar. Dice la gerente que el público sale encantado de las excursiones porque disfrutan aprendiendo.“El conocimiento se adquiere a través del juego. Los monitores preguntan y el visitante interactúa con ellos. Hay un factor de improvisación que le da emoción a la visita. No hay nada mejor que la experiencia propia para asimilar la información”, asevera la encargada.
En su mayoría son grupos de escolares, amas de casa, jubilados o ayuntamientos que les encargan visitas teatralizadas especiales, aunque la empresa también organiza itinerarios para grupos de particulares siempre que superen las 25 personas. El precio, para los tiempos que corren, es barato: excursión y diversión por el módico precio de cinco euros.
Talleres para aprender historia
Además de itinerarios, la empresa organiza talleres para tocar literalmente la historia. En un tour por algunos de los museos de la Comunitat enseñan cómo cazaban y recolectaban los hombres prehistóricos, el arte de los pintores levantinos del neolítico, a qué jugaban los romanos, qué técnicas utilizaban para construir sus casas los íberos, o como los arquitectos romanos podían hacer acueductos.“Son talleres de cultura material dirigidos sobre todo al público familiar. Lo importante es que los chavales puedan manipular, pintar, o tallar con las mismas técnicas e instrumentos con que lo hacían por ejemplo los romanos”, explica Jardón.
Mientras los más jóvenes de la casa intentan pintar como lo haría un pintor de arte levantino, los más mayores pueden entretenerse averiguando como será la arqueología del siglo XXI. La monitora lo explica: “Se trata de averiguar que restos dejaremos a las sociedades futuras”. Hay actividades que por su complejidad no son aptas para los niños. Se enmarcan en un segundo tipo de talleres más conceptuales.
Estas actividades en algunos museos como en la beneficencia de Valencia son gratuitos y en otros como en el Museo de Gandia se debe de pagar la entrada de un euro al recinto para poder disfrutarlos.Atea se despide de los visitantes. “Extranjeros, sois extraños pero me habéis agradado. Estáis invitados a volver a mi poblado. Espero a veros por aquí...”
Fuente: Las Provincias
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