20 marzo 2007

Las excavaciones de Veranes tratan ahora de desentrañar una necrópolis romana

La villa abre hoy al público como una encrucijada de culturas única en todo el Norte de España Narra «un segmento de la historia entre la muerte de Roma y el nacimiento de la Edad Media»

PACHÉ MERAYO/GIJÓN

Aseguran los historiadores que no hay evento esencial que determine la culminación definitiva de la Roma antigua, ni batallas decisivas que expliquen el inicio de la Edad Media. El cambio de época se debe, dicen los expertos, a la culminación a finales del siglo V (año 476 d. C.) de una serie de largos procesos como la «dislocación económica, las invasiones y el asentamiento de los pueblos germanos en el Imperio romano». Se convierte, pues, el final del Imperio y el inicio del medievo en un singular encuentro de caminos, en una encrucijada de culturas y tiempos a la que se asoma Gijón desde Veranes. La villa de un poderoso y acaudalado hombre llamado Veranius, excavada, estudiada y ahora interpretada, abierta hoy al público como un nuevo museo arqueológico, narra, precisamente, esa confluencia. «Gracias a las investigaciones en este lugar conocemos un segmento de la historia de Gijón que sitúa la muerte de Roma y manifiesta el nacimiento de la Edad Media». Así lo explicaba ayer al inaugurar oficialmente la villa una emocionada Carmen Fernández Ochoa, alma mater del proyecto arqueológico de Gijón y codirectora del yacimiento con Fernando Gil.

Los dos estudiosos recordaban ayer los 25 años de trabajo que hay tras esta aventura histórica, que confiere a Gijón «la única villa de estas características excavada en profundidad en todo el Cantábrico», pero lo hacían sin querer poner punto y final.

La intención de los investigadores es seguir sacando jugo a la tierra que se ha convertido en un maná científico. De hecho, Fernández Ochoa aprovechó la presencia de las autoridades políticas en el acto inaugural, para rogar un nuevo convenio que permita seguir con las excavaciones e investigación del contexto histórico. Esta vez con vistas a sacar del suelo de Cenero la necrópolis romana. La medieval ya está localizada y se oculta todavía bajo lonas al lado mismo de la residencia del señor de Veranes.

Al envite de la arqueóloga contestó con un «sí» abierto la alcaldesa Paz Fernández Felgueroso y con un explícito «si tenemos que cumplir otras bodas de plata excavando las cumpliremos», el presidente Areces. Sin embargo, habrá que esperar para desentrañar los monumentos funerarios de la zona. Primero por una cuestión de licencias, presupuestos y adquisición de nuevos terrenos y por otro, porque de momento hay sólo pistas de su existencia. Según Fernando Gil, «no se sabe con certeza dónde se hallan los enterramientos, pero la historia y la experiencia nos obliga a iniciar las prospecciones al sur de la residencia, en las afueras del territorio y recorriendo el sendero de entrada a la villa».

Y frente al nuevo reto, la realidad que ya existe y a la que se puede acceder tras un moderno edificio del arquitecto Manuel García, que permite viajar al Gijón habitado por el señor de Veranes, primero en una reconstrucción histórica y virtual, en la sala audiovisual y en la expositiva (con maquetas y objetos hallados en las excavaciones), y después ya ante los sillares sobre los que Veranius levantó el templo a su poder.

En el tránsito hacia los restos arqueológicos se ha creado una zona ajardinada con algunas especies documentadas en las excavaciones como el cereal y la vid. Superados los campos y un camino en zig zag, la residencia se abre definitivamente ante la mirada. Observando lo que queda de sus muros es fácil adivinar la entrada (vestibulum), el comedor (triclinium), sus pasillos (ambulacrum), los dormitorios (cubiculum todos, el principal diatea) o el lujoso espacio de representación o sala de recepción para grandes acontecimientos (oeus), del que se reproduce (con diseño del siglo XXI) la volumetría exacta de la época, con sus nueve metros de altura. Dentro de ese edificio, una de las joyas de la corona, parte del mosaico policromo que cubría su pavimento original. Y para quienes no puedan construir con la imaginación, se han programado 40 videoguías, que reproducen exactamente cada uno de los segmentos de la ruina seleccionados en los puntos de observación. Esta reconstrucción también se ofrece en la sala de exposiciones, donde la travesía histórica es global y se abre en Cimadevilla y la Campa Torres para llegar al final de la Antigua Roma, tras un relato, a través de costumbres, economía, adornos, utensilios y, por supuesto, la construcción por fases de la villa, que comenzó a levantarse en el siglo III d. C. y culminó su zona más noble en el IV.

fuente: El Comercio digital

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