15 abril 2007

La estatua romana de la Boatella abre una puerta a los tesoros de la Valentia imperial

La excavación de la necrópolis es cuatro veces mayor que la Almoina y la más grande de capital privado.

El azar o la diosa Fortuna ha querido que catorce enterramientos y una estatua femenina abran una nueva puerta a la Valentia imperial.

La existencia de la necrópolis de la Boatella ya era conocida, pero es ahora cuando se están haciendo las prospecciones previas a la reurbanización de la zona y cuando el hallazgo de una estatua de mármol ha abierto de nuevo las esperanzas.

Los investigadores quieren conocer algo más de la Valencia considerada como fundacional, una vez ya datados edificios públicos tan importantes como los que se muestran bajo una lámina de agua en la Almoina (junto a la catedral).

Han sido más de veinte años de estudio, que han permitido conocer 2.000 años de historia.Aunque la relevancia de estos edificios no son comparables con ninguna otra excavación, en la Boatella lo destacable es que los trabajos se están realizando en una extensión de 4.900 metros cuadrados. “Es casi cuatro veces mayor que la Almoina y es el área de estudio más grande de carácter privado que se realiza en la ciudad de Valencia”, según Tina Herreros, arqueóloga de la empresa Dibauxes y Daumaquies que está al frente de las prospecciones.

Sólo le supera la excavación de Velluters del año 2000, que tenía 5.800 metros cuadrados, pero era de carácter público y sirvió para construir un complejo educativo y científico entre Pintor Domingo, López de Rueda, Murillo y Villena.Otro aspecto relevante es que el análisis llegará al nivel estéril o capa natural. “Podremos datar desde el mismo origen, cuando era campo abierto, pasando por la necrópolis, las huellas visigodas, medievales, islámicas y hasta la actualidad”.

Si bien en muchas excavaciones de Valencia se ha llegado hasta el estrato islámico –como en la plaza de la Reina– y en algunos casos romano, no es habitual bajar hasta la capa natural. Es más frecuente documentar el solar según el proyecto de nueva construcción previsto. “Ahora, como se harán tres pisos en subterráneo de aparcamientos, tenemos la oportunidad única de llegar hasta el origen y de obtener la mayor información histórica sobre Valencia”, añade Herreros.

Grandes expectativas

Las expectativas puestas desde este equipo de profesionales, junto con el Ayuntamiento de Valencia y la conselleria de Cultura, no son infundadas. De hecho, los catorce cuerpos romanos extraídos a finales de marzo fueron el punto de partida. Ahora el hallazgo de una escultura de mármol aportará datos vitales como la procedencia del mármol o a quién representa.Hasta el momento, se ha visto la figura de una mujer sin cabeza ni antebrazos y con los senos golpeados, pero puede que el resto de las piezas no ande muy lejos.

“Encontramos esta escultura, pero con las precipitaciones de estos últimos días, aquello se ha convertido en un auténtico barrizal y no hemos podido seguir bajando para ver si encontramos las partes que faltan”, explican desde el equipo de arqueólogos.

Despejar dudas como los elementos decorativos que acompañaron a la escultura –el cuerno de la abundancia o un timón– o hallar la cabeza, sería vital para concluir la identidad de esta muestra de arte que podría ser una musa o una diosa.La procedencia del material, ayudaría a conocer si el mármol es itálico o de canteras autóctonas de L’Ènova o Barxeta. A la espera de informes concluyentes, desde la delegación de Cultura apuntan que puede “descartarse de antemano que se trate de mármol local relacionado con mármoles tipo Buixcarró de Barxeta, en Saetabis”.

También falta desvelar la ubicación del taller donde se talló. “Es algo que se podrá analizar tras estudios petrográficos, aunque se tienen noticias epigráficas de la existencia de una oficina en Valentia, propiedad de Viria Acte”, concretan desde la concejalía de María José Alcón.

Dado que antes de habilitarse la zona como necrópolis era campo abierto –la Boatella era la zona de pasto del ganado (bous)– otro interrogante es ver si se podrían encontrar pequeñas construcciones agrícolas, como alquerías.

Esta expectativa no sería fundada ya que, como recoge en sus estudios Sanchis Guarner, en los tres primeros siglos imperiales fueron construidas villas de explotación agraria próximas a la ciudad, dentro y fuera de la demarcación del río.

Estudio de esqueletos

Si los datos artísticos y constructivos de la tumba y estatua serán relevantes, no menos interés tendrá estudiar los esqueletos, su disposición y elementos que le acompañen.Un primer aspecto llamativo es que en la construcción rectangular (supuesta tumba) no hay cadáver, sino la escultura y dos inscripciones funerarias. Tendrán que corroborar o descartar si se trata de un cenotafio, monumento funerario que guarda memoria de alguien, pero no guarda cadáver.

Donde sí hay restos humanos es junto a esta estructura. “Han salido a la luz catorce cadáveres, pero la superficie a excavar es tan grande que seguro que saldrán más. En teoría, se supone que cada 6,8 metros cuadrados hacían enterramientos. Perfectamente podríamos llegar a 300”, explica Herreros. También estudiarán si la necrópolis guarda relación con los enterramientos de la calle San Vicente.Como anécdota, el cadáver del martirizado San Vicente fue lanzado a un vertedero de la Boatella y, luego, trasladado a la Roqueta.

Por otra parte, cabe apuntar que los enterramientos ahora en análisis se diferencian de los muchos islámicos encontrados en la ciudad en que la orientación no es a La Meca. Los cuerpos se encuentran en posición de cúbito supino, los pies al este y manos juntas sobre la pelvis.

Otro detalle es que no se han encontrado ajuares en las tumbas hasta el momento, “en alguna habrá fragmento de cerámica, pero no grandes ajuares. Esto podría entroncar con el siglo III, cuando la ciudad entra en crisis”, detalla Tina Herreros.Este tipo enterramientos muestra similitud con los estudiados en el año 1945 por Llorca en Barón de Cárcer, “porque son en fosa, tapados por cubiertas de doble vertiente o planas”, añade Herreros.

Otro punto que parece estar claro es que esta necrópolis estuvo funcionando desde finales del siglo II a principios del VI y quedó inactiva hasta que, en la segunda mitad del siglo XII, acogió asentamientos islámicos “con casas de dos y tres habitaciones y articuladas a través de un patio. Ya en el siglo XIV, una etapa constructiva fuerte, se adaptaron las casas al gusto cristiano”, describe Herreros.

Restos de cenizas, evidencias de varios hornos, de actividades artesanales diversas y de una fábrica de jabón –donde se estuvo trabajando hasta principios del siglo XX– son otras de las huellas palpables en esta necrópolis de la Boatella.

Fuente: Las Provincias

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