Notimex
El Universal
México
Martes 02 de enero de 2007
El arqueólogo Joel Santos, responsable de los trabajos de rescate y adscrito al Centro INAH-Sinaloa, dio a conocer que el hallazgo ocurrió como resultado de las primeras investigaciones de las cinco urnas funerarias encontradas recientemente en La Estancia, que pertenece al municipio de Mocorito.
Detalló que el incremento en el número de urnas funerarias se basa en estadísticas, detalles técnicos de la excavación y el estudio espacial, entre otros.
Explicó que después del rescate de las cinco urnas en octubre pasado, se llevó a cabo un muestreo en el área donde accidentalmente se encontraron las vasijas de diferentes tamaños en estado de fragmentación, además de que se realizó un sondeo que pudiera establecer la presencia de ese tipo de entierros en La Estancia.
Tras intensas discusiones entre académicos por tratar de precisar la temporalidad y correspondencia de los objetos encontrados, por el momento se estableció un margen de antigüedad de las urnas funerarias de entre 200 a 900 años d. C., puntualizó el investigador.
Se trata -dijo-, de una zona elevada de aproximadamente seis hectáreas en donde podrían haber ocurrido por lo menos un centenar de enterramientos humanos acompañados por restos de materiales arqueológicos de cerámica, lítica, concha y hueso, colocados en forma ritual.
Ante la importancia del hallazgo y el interés de las autoridades locales, se prepara la integración de un grupo interdisciplinario de expertos para descifrar el origen y características de las urnas y su contenido.
Posteriormente difundirá el trabajo realizado para dar paso a la localización y excavación de sitios en donde posiblemente existan más urnas funerarias, lo que podría ocurrir en el transcurso de este año.
Santos precisó que desde el hallazgo se ha contado con la presencia de un arqueólogo y un restaurador, quienes instalan un taller-laboratorio para practicar las primeras tareas de conservación de las urnas encontradas.
En primera instancia -agregó- se da continuidad a la investigación, a fin de obtener una muestra específica de cada urna funeraria y su contenido para ser estudiada por medio de radiocarbono 14 y precisar su antigüedad.
El especialista destacó que este tipo de práctica mortuoria, no se realizó en ninguna otra parte de Mesoamérica y fue desarrollada del año 700 al 1250 d.C, por las culturas que habitaron el sur y centro de esta entidad, como Mocorito, Chametla, El Dorado, Culiacán y Guasave.
Santos subrayó que estos enterramientos consisten en el depósito de restos óseos en urnas de forma cónica, fabricada únicamente para estos fines; todas ellas eran selladas y sepultadas en espacios funerarios.
Al parecer -destacó-, los individuos no eran enterrados en forma completa. De acuerdo al ritual, esperaban que los restos entraran en estado de descomposición al ser enterrados superficialmente; se extraían y sólo así procedían a introducirlos en urnas funerarias.
Conforme avancen las investigaciones -añadió-, se podrán determinar las características de cada urna, sus atributos decorativos y hasta su status social, además de precisar si la zona era o no un "cementerio" prehispánico correspondiente a la tradición aztatlán.
Recordó que cuatro de las cinco urnas (parecidas a una calabaza o tecomate), se encontraron completas y selladas con una tapa en forma de plato, mientras que la restante se localizó semidestruida, tras la apertura de un canal de desagüe que inundaba la carretera que conduce al poblado de Rosa Morada, en Mocorito.
Fue entonces que el Centro INAH-Sinaloa y el Gobierno Municipal, realizaron del 6 al 20 de octubre el rescate y traslado de las piezas al Museo Regional de Mocorito para determinar su estado y la importancia del primer hallazgo que se registra en el norte-centro del estado.
Finalmente apuntó que lo anterior representa información muy importante para el conocimiento de las culturas prehispánicas que habitaron en el actual estado de Sinaloa.
Fuente: El Universal
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