El estudio de las piezas descubiertas ofrecerá nueva información de las construcciones levantadas en el espacio más elevado de la ciudad antigua.
Por carles gosálbez
Los miles de trozos de mármoles que los constructores del muro del recinto de culto de Tarraco arrojaron al otro lado del mismo cuando se rompían las placas, han aportado nueva información sobre uno de los espacios más enigmáticos de la ciudad romana. Las piezas depositadas en el exterior formaron un vertedero que, con el paso de los años, quedó oculto por sucesivos rellenos.
Los trabajos arqueológicos, realizados entre los años 2000 y 2003, para atajar problemas de humedades que sufrían las capillas del claustro, pusieron al descubierto un muro romano de nueve metros de altura, que permaneció cubierto por depósitos de tierra y escombros.
El arqueólogo responsable de la dirección de la excavación, Andreu Muñoz, informó que su equipo llenó más de sesenta cajas de gran tamaño con piezas de mármol que durante siglos permanecieron enterrados, entre las que había tres con inscripciones que «están siendo estudiadas por especialistas en epigrafía».
Muñoz resaltó que «los mármoles colocados en el muro procedían de todas las zonas del Imperio, lo que demuestra que las élites provinciales fueron a por todas en la construcción del recinto de culto y gastaron buenos dineros».
Entre los restos de mármol hallados destaca un trozo de dedo de diecisiete centímetros de largo, que perteneció a una estatua de unos ocho metros de altura, y una cara de Júpiter Amon, que formó parte de la decoración de la plaza porticada del recinto de culto.
Fuente: http://www.diaridetarragona.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario