Lo anterior es sólo una muestra de los "poderes" que poseían las flores en el mundo mesoamericano, pues de acuerdo a la fallecida doctora Doris Heyden, éstas acompañaban al hombre desde su concepción y nacimiento, hasta su muerte.
Las flores en el México prehispánico, que al "igual que la pluma de quetzal y la cuenta de jade era sinónimo de lo `precioso"", es el tema de la revista "Arqueología Mexicana", en su décimotercer aniversario.
Las maestras Ana María L. Velasco y Debra Nagao, precisan en su artículo "Mitología y simbolismo de las flores", que desde el punto de vista ecológico y sólo por nombrar a las plantas, una de cada diez de las 250 mil especies del mundo se encuentra en territorio mexicano, de las que 50 por ciento son endémicas, es decir, no existen en ninguna otra parte.
"Las antiguas representaciones de las flores, en gran variedad de materiales, no eran solamente decorativas, sino que formaban parte de un simbolismo basado en el respeto y la preocupación por el bienestar de los dioses, que se manifestaba en los elementos de la naturaleza", añadieron.
Impronta que abarca del Preclásico al Posclásico Tardío y se extiende en distintas civilizaciones, adujeron.
En la parte mitológica, apuntan las investigadoras adscritas al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad de Columbia, Nueva York; muchas cuevas son lugar de origen y legitimación de diversos grupos étnicos y tienen forma de flor.
Entre ellas figuran la cueva de cuatro pétalos de la Pirámide del Sol, en Teotihuacan, y la de siete, como la de Chicomóztoc.
Mientras, las Flores en la pintura mural prehispánica, son analizadas por la doctora María Teresa Uriarte. De acuerdo a la directora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, se trata de imágenes que pueden manifestar ideas cambiantes, más allá de su intención aparente de únicamente adornar un espacio.
En el caso específico de las flores acuáticas, por sus características naturales es evidente que éstas tienen un símbolo solar, tanto en Egipto como en Mesoamérica.
En Bonampak, Chiapas, (la ninfea) aparece en distintos sitios de los murales, por ejemplo, en la conocidísima escena de las deidades del inframundo.
Por otra parte, en la pintura teotihuacana, las flores se dejan ver "en la llamada vírgula de la palabra, tanto en la parte interna como en el contorno; en el pico de aves, como para significar el canto de los pájaros; y en adornos de los atavíos de quienes suponemos que eran oficiantes de diversos ritos".
El doctor Miguel León-Portilla menciona que en lo que respecta a la poesía, "las flores son metáfora, se convierten en verbo y adjetivo, y permean el espacio y el tiempo en que viven los nahuas".
En estos cantos se mencionan especies -no muchas por cierto- como la flor de cacao, el esquite o maíz tostado, la poyomaxóchitl o flor que alucina, el girasol, la flor de color de pluma roja, la aztaihhuixóchitl o la de plumas como de garza; la flor del elote y la flor negra de la vainilla.
Y si bien la metáfora de las flores evoca en ocasiones a la muerte, "bien vale recordar que ellas aparecen como una de las pocas realidades que dan alegría en la Tierra: Yérguete, tú, amigo nuestro, / toma tus flores en el lugar de los atabales. / Que salga tu amargura, / adórnate con ellas, las flores preciosas; / se están
repartiendo / las flores de cacao, las de oro".
También en el número de "Arqueología Mexicana" correspondiente a marzo/abril, los investigadores Edelmira Linares y Robert Bye, refieren Las plantas ornamentales en la obra de Francisco Hernández, que aunque no fueron el tema principal de los estudios del protomédico, algunas sí fueron consignadas en su Historia natural de Nueva España.
"Este acucioso trabajo -concluyen- fue realizado por Hernández entre 1570 y 1577, y gracias a eso muchos otros estudiosos de la botánica enfocaron sus esfuerzos a reconocer y documentar su gran valor. Este es el caso de Sessé y Mociño, que permiten reconocer las plantas hoy en día, así como la continuidad de los usos de las ornamentales (_)".
El tema de la revista finaliza con anotaciones en torno a Las flores indígenas en el arte indígena conventual: Malinalco. Los muros del recinto agustino de ese poblado mexiquense, fundado en 1540 como Monasterio San Cristóbal, "están recubiertos de motivos florales, pintados al fresco, que destacan por la exquisitez de sus trazos y por su evidente riqueza artística".
El pasado prehispánico en la alimentación y el pensamiento de hoy, el Códice de Huexotzinco de 1531; La Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, El Templo Monolítico de Malinalco, Estado de México y los Sitios mayas de la cuenca del Usumacinta completan la más reciente edición de Arqueología mexicana en su 13 aniversario.
Fuente: Excelsior Mexico
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