Grupos nómadas en Nuevo León podrían ser precursores de la medición solar en Mesoamérica, afirman arqueologos del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Justo en el momento en el que la duración del día y la noche son iguales en el continente americano, algunos los petroglifos del sitio ubicado en Mina, Nuevo León, estarán bajo la mirada científica del personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Será entonces que el equipo coordinado por Moisés Valdez, investigador del Centro INAH Nuevo León, tendrá una de las cuatro posibilidades en el año, con el equinoccio de primavera del 2006, para agregar pruebas a una nueva hipótesis.
Aunque aclara que es información que apenas se está generando, el propio arqueólogo que inició trabajos en el sitio por primera vez hace 16 años, señala que hay evidencias en el sitio que los pueblos que lo habitaron no solo tenían noción de los equinoccios y solsticios, sino que "medían" para anticiparse.
En un inicio, el proyecto Boca de Potrerillos lo realizó el INAH Nuevo León en colaboración con la Universidad de Texas en Austin, con la participación de Solveig A. Turpin y Herbert H. Eling, aunque ahora es responsabilidad del equipo de la Delegación.
Mientras que en el pasado se atribuía, aún entre la comunidad arqueológica, la medición solar solamente a los grupos agricultores, Valdez desde hace varios años saborea el descubrimiento que se la atribuye a los cazadores-recolectores de la región.
"Ahora, con el equinoccio de primavera 2006, se va a buscar comprobar si sigue manteniéndose el patrón de que cierto número de muescas en la roca tienen que ver con las fechas donde empieza el equinoccio y donde termina", adelanta el especialista.
Son los precursores
De continuar con los resultados positivos, dice el arqueólogo, la información da la pauta para afirmar que son "los grupos norteños los que empiezan con el registro del equinoccio y solsticio, y esa tradición se baja y después se desarrollaría en Mesoamérica de otras maneras": Boca de Potrerillos es considerado uno de los sitios arqueológicos más importantes del Norte de México por su extensión y la cantidad de petrograbados que posee, por lo que ostenta declaratoria presidencial como Zona de Monumentos Arqueológicos.
El punto de referencia es que los sitios arqueológicos de la región, como es el caso de Boca de Potrerillos, datan de aproximadamente dos mil o cuatro mil años.
"Los grabados empiezan a verse hace cuatro mil años, mucho antes de que haya registros de solsticios y equinoccios en Mesoamérica.
Pero los que lo inician son en esta parte, porque los sitios son más antiguos. "Probablemente esta tradición de observación que después fue súper desarrollada por los mayas, mexicas y los teotihuacanos aquí nace y puede ser un dato muy importante", confiere.
Según la hipótesis, el conocimiento astronómico de los antiguos habitantes de las tierras áridas del Noreste también tendría orígenes en América del Norte, donde apunta que se han encontrado vestigios, aunque diferentes, en cuevas.
"Algunos investigadores han encontrado que determinadas sombras se proyectan en tales imágenes en una pared de una cueva, pero es otro tipo de contabilidad.
La razón por la que se ha tildado de "salvajes" a los grupos responsables de los grabados en piedra, en parte se origina desde la llegada de los españoles, dice.
Ellos "los trataron de satanizar, para poder explotar la zona".
Los hallazgos
Entre la nueva información producto de las más recientes excavaciones en el sitio ubicado en la conjunción de los cerros El Antrisco y La Zorra, está la existencia de grabados o grecas que miden la cantidad de sombras que se proyectan sobre ellas.
"(Hay) ciertos grabados que parece que están contando la cantidad de sombras que se proyectan en ciertas grecas, entonces parece que tienen cierta contabilidad de días en ciertas épocas para ver cuánto falta para un equinoccio o solsticio".
Plantea que para los nómadas de la región el registro de salidas del sol, puestas del sol, en fechas específicas como los equinoccios y solsticios, tiene que ver con el cambio de estación del año.
"Entonces tiene que tener muy bien marcado cuál es la estación del año para poder saber cuándo van a cambiar su campamento, por su principal razón económica al dedicarse a la caza y recolección, para respetar el ciclo biológico de plantas y animales".
Al respecto de Boca de Potrerillos, sitio que se ha fechado de acuerdo a los "fogones" con más de siete mil años de antigüedad, el investigador recuerda que los grabados coinciden en su ubicación con los puntos donde sale y se oculta el Sol en los equinoccios y solsticios.
Inclusive, agrega, los puntos donde sale el Sol en lo alto de los cerros tienen grabados que corresponden con los que se han encontrado en el terreno plano, dispuestos en puntos específicos.
Cazadores-recolectores
Luego de 16 años de investigación, en general se puede afirmar que los grupos que habitaron la zona eran cazadores-recolectores que vivían no solo de la recolección de plantas y la cacería de animales, sino también de la pesca.
Entre los utensilios se han encontrado artefactos para la molienda de semillas de plantas forrajeras para hacer harinas, y pruebas de que se dedicaban mucho más a la recolección que a la cacería.
Del continente americano, Boca de Potrerillos es tal vez el lugar en que más hay petroglifos.
Hasta el momento se tienen registrados alrededor de unos mil sitios que pueden tener desde unos cientos hasta miles de grabados, como en Boca que tiene unas cuatro mil rocas con grabados.
Otros puntos arqueológicos de la región son: La Presa de la Mula, Kilómetro 44 en Coahuila, Paredón, Cerro Bola, y las cuevas del Norte de Coahuila Los grabados tienen cuatro principales temas: uno es el culto al agua, ubicados en lugares donde pasa el agua, relaciones con la lluvia, relámpagos; el culto a la cacería, con armas, animales y personas cazando; el culto a la flora, y el culto al paisaje y a los fenómenos astrales.
Fuente: El Porvenir
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