El patrimonio artístico griego ha sido siempre una tentación.
Ahora, robos y pillajes se dan en una versión sofisticada y acorde con los tiempos. La razón es puramente económica: una escultura de bronce del 500 a.C. puede cotizarse en siete millones de dólares, y, más reciente, un icono bizantino del XVI robado en la península de Halkidikí se pagó en un millón y medio de euros. Por ejemplo.
El escándalo, hace pocos meses, de los objetos de procedencia dudosa del Museo Getty ha alertado a las autoridades griegas. Se reclaman cuatro piezas: una corona funeraria de oro macedonia, una estatua femenina ateniense, una estela funeraria de Beotía y un relieve robado en la isla de Thasu. Entretanto, se ha detectado una nueva raza de ladrones de arte: se les llama cazadores de antiguedades. Descubren, gracias a una red de informadores y a detectores de metales sofisticadísimos, tesoros enterrados en el territorio griego.
Según el director del departamento policial encargado de combatir los robos arqueológicos, Yorgos Gligoris, durante los dos últimos años se han confiscado nada menos que 1.891 objetos robados, y se arrestó a 40 ladrones. La excavación ilegal es una actividad muy enriquecedora: no para los agricultores en cuyas tierras se encuentran los objetos, sino para quienes comercian con ellos.
Los coleccionistas legales griegos no suelen pujar por piezas «dudosas» como las aparecidas recientemente en mercados extranjeros, especialmente alemanes, donde se venden muy bien, y no se hacen preguntas. Muchos compradores blanquean dinero adquiriendo arte griego, y revendiéndolo legalmente años después a auténticos coleccionistas y museos. Los objetos griegos más robados últimamente son los de origen bizantino, arrancados de iglesias y monasterios, frecuentemente aislados.
Entre 2004 y 2005 se han sustraido en Grecia 85 piezas de gran valor. También se buscan piezas provenientes de la tumba macedónica de Eurídice, la madre de Filipos II, el padre de Alejandro Magno. En dicha tumba se encontró un trono de mármol, una maravilla del año 340 a.C. decorado con varias estatuillas. En el verano del 2001 se robaron seis de ellas.
Y además del patrimonio griego, incluyendo el submarino, hay que recordar el chipriota. Con la invasión turca del norte de la isla en 1974 sufrieron pillaje y a veces destrucción iglesias, monasterios y colecciones privadas. El propio ejército se ocupó de enviar piezas valiosas directamente a Estambul, vía a Alemania. Son muy pocas las piezas recuperadas. De los robos de patrimonio cultural en el mundo se ocupan la Unesco y la Interpol.
La Unesco tiene el Consejo Internacional de Museos (ICOM), con código deontológico que compromete a museos y coleccionistas. Pero los beneficios del mercado negro cultural equivalen a los derivados del narcotráfico y de la prostitución a nivel mundial.
Fuente: abc digital
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