10 enero 2007

El ‘motor’ de la arqueología cartagenera cumple sus primeros 25 años de vida

El Museo Arqueológico registra  una gran afluencia de visitantes, hasta 30.000 anuales.
El Museo Arqueológico registra una gran afluencia de visitantes, hasta 30.000 anuales.
El ‘motor’ de la arqueología cartagenera cumple sus primeros 25 años de vida
Por : D.O.

La actual sede del Museo Arqueológico Municipal ‘Enrique Escudero de Castro’ de Cartagena cumple hoy 25 años. Su inauguración tuvo lugar el 10 de enero de 1982, siendo alcalde de la ciudad el político que actualmente le da nombre.

Su apertura era la culminación de un largo proceso. Los orígenes de éste pueden buscarse hacia 1592, cuando el obispo Sancho Dávila colocó antigüedades en la fachada de la denominada Casa de los Cuatro Santos, o en 1797, cuando éstas empezaron a ser custodiadas, gracias a las gestiones del marino y académico de la Historia José Vargas Ponce, en las galerías de las entonces Casas Consistoriales.

Sin embargo, su antecedente más directo, y la verdadera creación del Museo Arqueológico Municipal, hay que situarlo en el año 1943, cuando el arqueólogo aragonés Antonio Beltrán, que fue enviado a la ciudad a cumplir el Servicio Militar y desarrolló hasta 1949 una ingente labor arqueológica en Cartagena, consiguió crear un primer museo en los bajos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.

Desde allí, dos años más tarde, en 1945, fue trasladado a un edificio en la antigua calle Baños del Carmen que, construido a finales del siglo XIX por el arquitecto Carlos Mancha, había servido como mercado e instituto entre otras funciones.

El hallazgo de la necrópolis
Este edificio, hoy desaparecido y que se ubicaba en la zona rectangular de la plaza de Juan XXIII –la que alberga a los vendedores de flores–, se mantuvo como sede del Museo hasta inicios de los años setenta de la pasada centuria, cuando su situación de ruina –pese a las reformas realizadas en 1965 bajo la dirección del que era entonces su director, el arquitecto Pedro San Martín– provocó su clausura.

Para entonces se tenía ya decidido el cambio de ubicación de desde dicho lugar hasta la nave que se construía en la calle Ramón y Cajal para albergar y proteger los restos de la necrópolis paleocristiana –siglos IV-V d.C.– que había aparecido en dicho lugar en el año 1967. Lo que en principio iba a ser tan sólo una nave para cumplir la misión referida, se convirtió, gracias a un proyecto de San Martín, en el nuevo museo y su anexo centro de investigaciones.

Pero el traslado no fue todo lo rápido que hubiera sido deseable. Diversos motivos, entre los que no fue el menor el monetario, hicieron que la apertura de la nueva sede sufriera considerable retraso. De ese modo, en 1981 aún continuaba sin inaugurarse. Fue entonces cuando Enrique Escudero decidió acabar, definitivamente, los trabajos y volver a mostrar a cartageneros y visitantes las riquezas arqueológicas extraídas del subsuelo de la ciudad y su término municipal.

Arqueólogos locales como Miguel Martínez Andreu, Milagros Ros, Blanca Roldán, Rafael Méndez, María del Carmen Berrocal y Javier R. García del Toro, dedicaron muchas horas en los meses previos a la inauguración a culminar unas instalaciones museísticas modélicas para la época.

Labor en la que colaboraron técnicos como Mariona Portí –una dibujante ‘conquistada’ posteriormente por la arqueología– y Andrés Ros y un nutrido grupo de estudiantes cartageneros de la UMU, reclutados por García del Toro, de los que saldrían, con los años, nuevas promociones de arqueólogos.

La labor de todos ellos sirvió para que, en coincidencia con la celebración en Murcia y Cartagena del XVI Congreso Nacional de Arqueología, el nuevo Museo Arqueológico Municipal abriera sus puertas, ante centenares de invitados, el 10 de enero de 1982. Desde ese momento, la arqueología cartagenera tenía un nuevo ‘motor’ y emprendió un nuevo y prometedor rumbo.

Desde su inauguración en 1982, y al contar anexo con un Centro de Investigaciones, el Museo Arqueológico Municipal se ha convertido en una verdadera escuela, complementaria a la formación que recibían en las aulas de la Universidad de Murcia, para los arqueólogos que desarrollan su labor en la ciudad portuaria. Así, por ejemplo, en esta fotografía de 1993, flanqueando a Pedro San Martín (que se encuentra situado al fondo) se puede ver –de izquierda a derecha– a los arqueólogos locales Luis Enrique de Miquel, Diego Ortiz Martínez, Carmen Marín Baño, Milagros Vidal Nieto, María José Conesa Santacruz, María Dolores Laiz Reverte, María del Carmen Berrocal Caparrós, Elena Ruiz Valderas, Carlos García Cano, María Ascensión Andreu Martínez y José Ángel Lorenzo Alcolea.

Fuente: El Faro de Murcia

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