La lotificadora Neyla S.A. de C.V. ha vendido 800 lotes de terreno bajo los cuales yacen vestigios arqueológicos precolombinos. Pese a que en un primer estudio de exploración se recomendó al Departamento de Arqueología de Concultura preservar toda la zona, la institución sólo reservó ocho manzanas (de las 58 originales) del “Sitio El Cambio”. Arriba de un antiguo cementerio, pronto habrá un Pollo Campero.
Daniel Valencia* / Fotos: Edu PoncesEl cartel que anuncia la venta de terrenos en la lotificación Brisas de San Andres en San Juan Opico (Quezaltepeque, La Libertad), ofrece “zona arqueologica” como gancho para atraer compradores. |
La arqueóloga Marta González descubrió en 2005 que en la “zona comercial” de la urbanización Brisas de San Andrés, ubicada en el kilómetro 33 de la carretera que conduce hacia San Juan Opico, yace un cementerio de una población indígena que se presume fue abandonado hacia el 260 d.c.
Casi dos años después de presentar el primer informe de la investigación a las autoridades de Concultura, en el que González recomienda preservar e investigar aún más el terreno, Tomás Ruiz, responsable de la lotificación en San Juan Opico, asegura que el inmueble bajo el cual ha sido descubierto el cementerio ahora es propiedad de un restaurante de comida rápida.
“Esta manzana la compró el Pollo Campero. Ellos mandaron a pavimentar porque aquí construirán un restaurante”, dice, mientras señala con el dedo al asfalto que separa la entrada de la futura colonia con la carretera.
Desde hace dos años y medio, según Ruiz, se ha vendido un 90% del proyecto (que mide 50 manzanas); y a la fecha sólo restan por vender “unos 50 lotes”. En el terreno, ya están instalados los postes –con generadores- y el cableado eléctrico, además del sistema de agua por cañería. Ya están delimitados también los senderos -de tierra compactada- en donde estarán las futuras calles internas de la urbanización; y ya hay construidas, y habitadas, dos viviendas.
“Se han vendido 800, el lote de 10 metros de ancho por 25 de largo vale
$6 mil 363.48 dólares”, detalla el vendedor.
Al costado izquierdo de un montículo bajo el cual se presume hay más restos arqueológicos, una valla publicitaria anuncia la venta de lotes y, como gancho, informa de un parque arqueológico que estará ubicado en la zona.
“Dicen que ahí se han encontrado cosas bonitas”, comenta Ruiz. “Pero no se puede entrar ahí. Está prohibido. Hasta que se haga el parque”, previene.
El montículo y las ocho manzanas de tierra que lo rodean forman parte del Sitio El Cambio, catalogado por el mapa de sitios arqueológicos de El Salvador -entregado a Concultura por el Centro Nacional de Registros en 2006-, como de. “Primer Orden Arqueológico ”Del sitio, sólo esas ocho manzanas fueron puestas en “reserva”, según la institución, para su preservación. Esto, aún y cuando los informes de González recomiendan preservar toda la zona.
“La vulnerabilidad social en que se encontraba el sitio, apremia una investigación y protección adecuada de las áreas conservadas. Sin duda alguna, al momento en que se construyó el camino y la carretera, se debe haber destruido parte del cementerio y de las áreas habitacionales, y la preocupación mayor es el inevitable desarrollo urbano e industrial de la zona, que no sólo destruirá lo que queda del sitio, sino que la contaminación ambiental alterará el material arqueológico que se encuentra aún en el subsuelo”, señala el segundo informe presentado en enero de 2006 al Departamento de Arqueología de Concultura.
Protección depende de “los tiestos” encontrados
Según la Ley de Protección al Patrimonio Cultural y su reglamento, para realizar planes de desarrollo urbano “que de un modo u otro se relacionen con un Bien Cultural Inmueble”, la entidad responsable de la obra deberá pedir la autorización de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural.
Esta oficina, en 2006, aprobó otro reglamento que determina los pasos a seguir en una investigación arqueológica de la cual se valdrá la institución para asignar o no los permisos.
González, con sus informes “Urbanización Brisas de San Andrés. Investigación Arqueológica del Área que sería impactada por el proyecto de urbanización (el primero de mayo de 2005, y el segundo de enero de 2006)”, presentó ese primer paso a la institución.
Sin embargo, y pese a que la ley establece que los planes de desarrollo urbano no podrán iniciarse sin previa autorización, el terreno se lotificó. Tomás Ruiz asegura que se empezó a vender “hace dos años y medio”. La investigación de González inició en marzo de 2005. Y, de hecho, la arqueológa se valió de la parcelación hecha previamente por el dueño del terreno –Mario Sol Bang- para ubicar las zonas a excavar (25 polígonos más la zona del montículo).
En la zona detallada en el mapa de González como “área comercial”, la arqueóloga y su equipo cavaron una “L” de ocho metros de largo por dos metros de ancho en un extremo, y 18 metros de largo por dos de ancho en el otro. Ahí, encontraron un cementerio con “trece entierros”, restos humanos y materiales arqueológicos.
En uno de los pozos cavados, según detalla la arqueóloga, el hallazgo más importante fue una figurilla femenina de cerámica con pequeños senos y la vulva pronunciada.
“Los brazos los tiene cruzados sobre el abdomen y de costado es muy delgada. Mide 8 cm. de ancho por 27 cm. de alto por 5 cm. de profundidad. Se aprecian restos de pintura color naranja, principalmente en las piernas. Llaman la atención los pies, que tiene modelados los dedos y pareciera encontrarse de puntillas, con un sostén en el talón, como un tacón. El cuerpo estaba con la cabeza orientada hacia el este y los pies hacia el oeste. Se encontró vinculada a fragmentos de obsidiana, cerámica fragmentada, arcilla endurecida, ceniza y fragmentos de carbón, tres cuentas de piedra verde y restos óseos en estado avanzado de deterioro”.
González señala hallazgos arqueológicos en los polígonos más alejados a la zona del montículo, detallada en el mismo mapa de la propiedad como “Parque Recreativo Arqueológico”, e incluso infiere una extensión del sitio arqueológico mucho más grande que la estudiada.
“Según los datos de los informantes y la topografía del lugar, la extensión de ocupación podría doblar el área ya estudiada a una extensión de ocupación de 700, 000 mts2 que supondría una densidad de población importante, incluyendo una muy probable extensión del cultivo hacia lo que ahora es el Sitio de El Niño”, apunta.
Concultura, pese a manejar esta información, sólo reservó como sitio de estudio y de preservación las ocho manzanas en donde se encuentra el montículo, que, según Gónzalez, al momento de la investigación, se descubrió que ha sido saqueada de forma constante. La arqueóloga contabilizó unos 100 pozos de saqueo en toda la propiedad en los cuatro meses que duró la investigación de campo.
Manuel Escamilla, del Departamento de Arqueología de Concultura, dijo que se consultara al jefe del departamento, Fabricio Valdivieso, para obtener más detalles del por qué sólo se dejó en reserva una zona, pero al cierre de esta nota no se pudo contactar.
Federico Hernández, presidente de Concultura, responde a esto diciendo que un estudio previo no da respuestas definitivas y que estos están en constante revisión. El titular argumenta que la lotificación del terreno está de acorde a lo que establece la ley; y al preguntarle por qué se desestimó la información de los vestigios que la arqueóloga dice que hay en el resto del terreno, responde: “Depende de qué vestigios son, si es una pirámide pues no se puede. Si son tiestos se hace una labor de rescate. No se puede impedir una urbanización por unos tiestos”.
Aunque Concultura asegura que ya concluyeron las exploraciones, en el terreno adyacente todavía se encuentran agujeros de prospección arqueológica. |
Nueva investigación
En los últimos dos meses de 2006, la institución autorizó una nueva investigación del sitio El Cambio, pero sólo en las ocho manzanas reservadas en el mapa como parque arqueológico recreativo.
Escamilla señala que “se ha reservado cierta área y se ha liberado otra porque no se han encontrado vestigios o hallazgos importantes”.
El arqueólogo comentó que ya hay un permiso de lotificación y que las investigaciones de campo del tercer estudio, que la dirige el arqueólogo Rafael Castillo, ya concluyeron.
El viernes 2, El Faro constató que al costado izquierdo del montículo había un pozo de unos cuatro metros de profundidad. En su interior, había supuestos restos arqueológicos que estaban escarbados a medias. A unos 25 metros de este pozo, tres sujetos cavaban otro agujero.
Escamilla aseguró que en el estudio que presente el arqueólogo Castillo se determinará por qué se delimitó el área que preservará el sitio arqueológico y se dejó libre el resto del terreno.
Una de estas áreas liberadas es un triángulo de terreno, denominado en el mapa como polígono S, en donde la arqueóloga encontró “incremento de fragmentos de cerámica y obsidiana tanto en el clásico como en el preclásico. El montículo no era una estructura”. Ese triangulo, sin montículo, ahora tiene en su contorno piedras que, según Tomás Ruiz, servirán de base para la casa que ahí construirá su dueño.
El otro terreno es el cementerio bajo el “área comercial”. “Creemos que aún podría quedar alguna evidencia en el subsuelo, pero solo se podría rescatar levantando todas las capas estratigráficas en una excavación horizontal que parta desde el paleosuelo del preclásico o por medio de una disposición que exija la presencia de un arqueólogo para cualquier construcción”, dice el informe. El suelo será levantado, pero para dar paso a nuevas viviendas y establecimientos comerciales.
Fuente: El Faro
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