Cultura invertirá 1,7 millones en hacer visitable la Motilla del Azuer. Se abrirá un centro de interpretación.
Belén Rodríguez / daimiel
El agua ya era una grave preocupación, posiblemente la más importante, para los primeros pobladores de La Mancha. Los arqueólogos que investigan en la Motilla del Azuer, uno de los principales yacimientos españoles de la Edad del Bronce han constatado que en esta motilla, situada a pocos kilómetros de Daimiel, cerca del río Azuer, no sólo se encuentra el pozo más antiguo localizado en la Península Ibérica, de doce metros de profundidad, sino que sus contenido se protegía como un gran tesoro, para evitar morir de sed en los duros veranos manchegos.
El pozo y la fortificación que lo protege, en la que también están apareciendo recintos para almacenar grano, es la parte fundamental y “excepcional” según los arqueólogos que dirigen las investigaciones, Trinidad Nájera y Fernando Molina, de este misterioso yacimiento de la Prehistoria de Ciudad Real que la Consejería de Cultura se ha propuesto revalorizar para convertirlo, de aquí a cuatro años, en un destino importante desde el punto de vista del turismo cultural, que se incluirá en la red de yacimientos castellano-manchega que se diseña en paralelo a los parques arqueológicos.
1,7 millones de euros“La Motilla del Azuer tiene un especial significado para la Dirección General de Patrimonio porque representa una cultura autóctona que no excede los límites de la región”, afirmó ayer Enrique Lorente, director general de Patrimonio de la Junta, en una visita al yacimiento acompañado de los responsables de la investigación y del alcalde de Daimiel, José Díaz del Campo. Lorente explicó que en un horizonte de cuatro años, cinco a lo sumo, su departamento invertirá un millón setecientos mil euros en convertir en visitable un yacimiento de enormes posibilidades para el gran público que se excava de manera sistemática desde el año 2000.
La primera fase del proyecto, que incluye la construcción de un centro de interpretación para hacer más comprensible la visita, tiene un coste de 177.000 euros, que aporta directamente la Consejería de Cultura, y ya está licitada y adjudicada a una empresa, por lo que el comienzo es inmediato, de hecho coincidirá en el tiempo con la campaña arqueológica de este verano.
En este primer periodo de obras se consolidará el patio de la fortificación, en el que se encuentra el pozo, y se sentarán las bases de la segunda fase presupuestada en 450.000 euros, en cuya financiación colaboran los ministerios de Cultura y Fomento, a través del uno por ciento cultural que ambos ministerios dedican a actuaciones culturales. La Dirección General de Patrimonio regional aporta un 25 por ciento. Quedarían otros dos periodos de actuación, con un coste cada uno similar a la segunda fase. Además de seguir investigando, la puesta en valor del yacimiento supone la consolidación de la fortificación, la muralla exterior, la torre, las pasarelas, la organización de itinerarios para el público, la recreación de los almacenes...Al final la Motilla será un lugar visitable, en condiciones muy parecidas a la del parque arqueológico Alarcos-Calatrava, aunque de menor envergadura.
El alcalde de Daimiel, José Díaz del Campo, cuyo Ayuntamiento está volcado con el proyecto -tanto es así que a partir de septiembre aportará 30 trabajadores de los planes de empleo municipales- confía en que en tres años ya haya visitas de manera sistematizada y ofertar la Motilla del Azuer como un recurso turístico cultural más.
¿Agua en el pozo?Entre las posibilidades de musealización del yacimiento, el arqueólogo Fernando Molina no descarta la posibilidad de que el pozo, que está seco, tenga agua. “Aunque todavía para llegar al nivel freático nos faltan muchos metros”, asegura. Desde la torre más alta de la fortificación, con estructura interior similar a un laberinto, el pozo tiene entre veintidós y veinticuatro metros de profundidad y doce desde la terraza del río Azuer. “Todavía nos faltan diez metros para llegar al agua, según nuestros cálculos, aunque como vamos a hacer sondeos para consolidar la estructura, que está deteriorada y evitar que se venga abajo, es posible que la encontremos y recuperemos la función original del pozo, aunque sólo sea para el disfrute visual”.
La sequía era más grave que ahora en el período en el que la Motilla estuvo habitada
Desde que en el año 1973 la arqueóloga Trinidad Nájera se hiciera cargo de la investigación de la Motilla del Azuer, cuando no se conocía nada de cómo eran los asentamientos humanos en la Prehistoria en la provincia, hasta el momento actual, el yacimiento ha aportado muchas evidencias arqueológicas. “Ya podemos hacer una reconstrucción integral de la vida del lugar en la Edad del Bronce”, asegura Nájera. En las excavaciones del poblado, que no llegó a tener según la investigadora más de cien habitantes, han aparecido también restos humanos.
Los arqueólogos datan la población de la Motilla del Azuer entre los años 2.200 y 1.400 antes de Cristo. El lugar está considerado uno de los yacimientos más representativos no sólo de la Prehistoria de La Mancha sino de la Península ibérica. Esta situado en un llano y básicamente es una fortificación de planta central con una serie de murallas que crean recintos interiores que se ocupaban para desarrollar distintas actividades relacionadas con la producción de recursos agropecuarios. Es de destacar en el interior, un gran patio en el que se encuentra excavado el pozo de agua más antiguo que se conoce en la Península.
Lo protegido que se encuentra el pozo da idea de la importancia del agua. Según Fernando Molina, coodirector del yacimiento, “en la Edad del Bronce la sequía era todavía más grave que ahora. Entonces cuando el río se secaba en verano, como sigue ocurriendo, no había embalses a los que acudir”, subraya, había que hacer acopio de agua y cereal para pasar las malas rachas.
A los arqueólogos les llama mucho la atención la enorme importancia que tenían los almacenes de agua y grano en comparación con las viviendas, construidas con materiales mucho más endebles. En cuanto a la esperanza de vida en esta zona de la Península en el Bronce: 40 años, es más alta que en otras comarcas españolas, lo que revela que las condiciones, pese a todo, no eran tan malas.
Una ‘Atapuerca’ manchega que comenzó a investigarse en 1973La investigación de la Motilla del Azuer, a ocho kilómetros de Daimiel, comenzó en el año 1973. Entonces no se conocía nada de lo que era la ocupación de la Prehistoria en la provincia y durante ese año se actuó protegiendo el yacimiento para tener una idea general del poblamiento.
Las excavaciones como tal no comenzarón hasta 1974. Luego se hizo otro sondeo en otra motilla cerca de las Tablas y el equipo, en el que ya entonces se encontraba la arqueóloga Trinidad Nájera, apostó por seguir investigando la del Azuer, lo que hicieron hasta 1986. Durante este primer peiriodo se realizaron prospecciones de carácter intensivo con la metodología adecuada al conocimiento del territorio, lo que proporcionó a los investigadores la constatación de la existencia de una gran cantidad de yacimientos en las inmediaciones de Daimiel y el Guadiana, tanto de la Edad del Cobre, el Bronce como de épocas más próximas a nosotros como la Edad Media. Pero 1986 por falta de presupuesto las excavaciones tuvieron que parar. No se retomaron hasta el año 2000. A partir de esta fecha las campañas se hicieron sistemáticas, de cuatro meses anuales. Todo este tiempo ha servido para avanzar muchísimo en una investigación, que el coodirector del equipo de investigación, Fernando Molina, compara con los trabajos arqueológicos de la Sima de los Huesos en Atapuerca (Burgos). “Nuestro trabajo aquí se parece más al que se está haciendo allí, en cuanto a retirar sedimentos, que al de otros yacimientos más modernos, de la Edad Media o de época romana”, subraya.Nájera y Molina confían en poder ver el yacimiento incorporado a la red regional del patrimonio visitable en breve. “A ser posible antes de jubilarme”, bromea la doctora.
Fuente:
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