El sueño de Van Dijk podría estar próximo a cumplirse. El profesor holandés, experto en las primeras civilizaciones, reunió una de las mas importantes colecciones sumerias, un legado de incalculable valor que dejó en herencia a su discípulo Jesús García Recio, licenciado en semíticas y ciencias biblicas y párroco de Aleje, su localidad natal.
Desde hace años García Recio espera poder mostrar al publico leonés y a estudiosos de todo el mundo una biblioteca de más de 10.000 volumenes, incluidos textos cuneiformes, egipcios, hebreos, arameos, coptos y etiópicos, así como más de un millar de piezas, como terracotas mesopotámicas. Hasta ahora, no ha habido suerte. Los fondos han sufrido un «vergonzoso» trasiego, de institución en institución.
Sin embargo, en otoño podrían ver la luz en San Isidoro, en el espacio ocupado durante años por la Escuela Taller. No hay que olvidar que Santo Martino, enterrado en el Panteón Real, peregrinó en el siglo XII a Oriente en busca de las fuentes del conocimiento, y que el Museo alberga la valiosa biblia visigótico mozárabe del siglo X.
El empresario leonés David Álvarez, propietario de Eulen y de las bodegas Vega Sicilia, ha ayudado decididamente al asentamiento del Instituto, para que pueda exhibir en León una coleccion única en el mundo, con sus valiosos textos cuneiformes, que datan del 3.100 antes de Cristo y son los primeros exponentes de la escritura.
Los fondos del Museo Bíblico y Oriental están cargados de historias apasionantes de las culturas que surgieron en el valle bañado por los ríos Tigris y Eufrates. Maravillas como dos pictogramas de la época Uruk (2.800 a. de C.). Mensajes enigmáticos, algunos aún pendientes de ser traducidos, o una tabla de dividir infantil, con dos errores, fechada en el sigloXIX antes de Cristo o una de las primeras letras de cambio.
Los estudiosos del Derecho pueden encontrar un contrato de adopción de la era mesopotámica, en el que figuran desde los padres al nombre del niño y los testigos. Documentos de compraventa, fletes, inscripciones reales, textos religiosos, himnos... de hace miles de años.
También un importante número de cartas paleobabilónicas, algunas con su correspondiente sobre de arcilla, que nunca han sido abiertas y, por tanto, permanecen sin ser descifradas; terracotas con escenas de la vida cotidiana mesopotámica; cilindros-sellos para certificar documentos, que se usaban en el 2.400 a. de C.; y hasta un conjuro arameo contra los espíritus fechado en el siglo III antes de Cristo. Es la herencia que León ha recibido de Mesopotamia.
Fuente: Diario de León.
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