12 febrero 2007

Ciudad Real - Las neveras del pasado

Cultura restaurará el pozo de nieve del Cristo de Villajos y documenta otros 36 más en la provincia

Un equipo de arqueólogos dirigido por Miguel Angel Hervás ha registrado 37 pozos de nieve en la provincia, restos de la arquitectura y ingenio popular y ha estado trabajando casi dos meses en el mejor conservado, el del Cristo de Villajos, de Campo de Criptana, pozo que va a ser restaurado. El inventario lo encargado la Consejería de Cultura de la Junta y ha permitido localizar los restos de unas construcciones que se utilizaron hasta principios del pasado siglo para almacenar y conservar el hielo.

El inventario que, ha elaborado el arqueólogo Miguel Ángel Hervás, ha permitido documentar la existencia de hasta treinta y siete pozos en veintiséis municipios de la provincia de Ciudad Real entre los que se encuentran Alcázar de San Juan, Almadén, Almagro, Bolaños de Calatrava, Ciudad Real, Fuencaliente, Manzanares, Membrilla, Miguelturra, Santa Cruz de Mudela, Tomelloso, Torralba de Calatrava, Torre de Juan Abad, Villanueva de los Infantes, Villarrubia de los Ojos y Viso del Marqués.

Pese a la certeza de que estas localidades tuvieron pozos de nieve, los años transcurridos han destruido casi todos sus restos visibles salvo en dos casos, en el del pozo de la Cofradía de las Animas de Granátula de Calatrava, una bodega subterránea que se utilizó como almacén de hielo, y el del Cristo de Villajos de Campo de Criptana.

Desde el siglo XVIII

El pozo del Cristo de Villajos es el único del que aún quedan vestigios en superficie y también el mejor documentado, ya que aparece representado en dos documentos gráficos de gran valor para su estudio y restauración, un cuadro al óleo de Francisco Pizarro Reillo pintado en la década de 1850, y una fotografía fechada en 1912.

Un equipo en el que estaban los arqueólogos Miguel Ángel Hervás, Diego Lucendo y Tomás Torres estuvo trabajando durante los meses de noviembre y diciembre del año pasado en este pozo con el objetivo de obtener los datos suficientes acerca de su configuración original para poder llevar a cabo después su restauración.

El estudio arqueológico fue financiado por la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades a través del programa de subvenciones para la Investigación del Patrimonio Histórico de Castilla-La Mancha. El Ayuntamiento sufragó la contratación de la mano de obra y del equipo necesarios para realizar los movimientos de tierra.

Estos trabajos hicieron posible desescombrar el interior del pozo para que éste recuperase su profundidad original, descubrir el sistema de drenaje del fondo del pozo, muy característico de este tipo de construcciones y desenterrar las trazas del edificio que cobijaba el pozo.

En la actualidad, Tomás Torres, Diego Lucendo y Miguel Ángel Hervás están ultimando la redactando la memoria del estudio arqueológico, informe que aportará los datos necesarios para guiar la restauración del pozo de nieve, que está previsto se acometa a lo largo del presente año.

Al sur de la ermita

El pozo de nieve del Cristo de Villajos se localiza inmediatamente al sur de la ermita del mismo nombre, a unos cinco kilómetros al norte del actual núcleo urbano de Campo de Criptana, sobre una pequeña elevación del terreno contigua a la carretera local de Criptana a Villajos. Se encuentra documentado desde mediados del siglo XVIII, aunque su construcción podría datar de varias décadas antes. En el Archivo Municipal de Campo de Criptana se conservan algunos documentos sobre su funcionamiento, fechados en los siglos XVIII y XIX.

Los pozos de nieve eran construcciones de arquitectura popular dedicadas a almacenar y conservar hielo para distribución y venta

El pozo del Cristo de Villajos conserva solamente su estructura subterránea. Se trata de un pozo de planta circular y desarrollo cilíndrico de más de seis metros de diámetro y casi siete y medio de profundidad y está revestido al interior con obra de mampostería careada irregular de piedra cuarcita trabada con yeso pardo. Esta construcción, que aparece en el cuadro de Francisco Pizarro, tenía dos pisos y dos puertas de acceso, una en planta inferior de la fachada norte, y otra, elevada, en la planta superior de la fachada oeste, a la que se accedía por medio de una escalinata de varios peldaños. La cubierta era a cuatro aguas.

La excavación arqueológica ha permitido saber que dicho edificio era de planta cuadrada y tenía casi ocho metros y medio de lado y que los muros tenían setenta y cinco centímetros de espesor.
La construcción estuvo rodeada por una extensa era empedrada con cantos cuarcíticos. Las eras constituían un elemento esencial en el funcionamiento de los pozos de nieve, ya que delimitaban el área de trabajo en torno al pozo, permitían mantener limpias las inmediaciones para evitar que la nieve o el hielo se ensuciaran durante los trabajos de empozado y desempozado, y, en muchas ocasiones, se utilizaban como balsas, encharcándolas en invierno para que sobre ellas se formase el hielo.

Durante la excavación arqueológica realizada se ha descubierto la mayor parte de esta era que rodeaba el pozo de nieve del Cristo de Villajos. En la restauración prevista, la era será convenientemente restaurada y recuperada como parte esencial del sistema de explotación del pozo de nieve. Existe una era complementaria para la recogida de nieve y hielo en el extremo occidental del cerro, que también será recuperada por el proyecto de restauración.

Centro de interpretación

Se prevé que el proyecto incluya la recuperación del edificio desaparecido que cobijaba el pozo, devolviéndole su aspecto original. También está previsto que, una vez restaurado, el pozo de nievealbergue un pequeño centro de interpretación sobre el comercio de la nieve y el hielo.

Un negocio

Los pozos de nieve eran construcciones de arquitectura popular dedicadas al almacenamiento y conservación del hielo para su posterior distribución y venta. En el área geográfica de Castilla-La Mancha, los pozos de nieve eran, por lo general, de planta circular, estaban en su mayor parte excavados en el terreno, y revestidos al interior con fábrica de mampostería. Tenían una profundidad superior a cinco metros y su diámetro interior oscilaba entre cuatro y siete.

Tenían un fondo permeable o, en su defecto, de un desagüe que evacuaba el agua procedente del hielo almacenado derretido para favorecer la conservación del resto. Habitualmente, estaban rematados por una falsa cúpula de mampostería dotada de dos puertas de acceso enfrentadas para facilitar las labores de carga y descarga. El complejo se completaba con elementos auxiliares como balsas o albercas de poca profundidad utilizadas para almacenar el agua que había de congelarse en invierno. En los inviernos en que no nevaba, se trabajaba con hielo natural.

El hielo se vendía transportándolo, preferentemente por la noche, sobre bestias de carga convenientemente protegidas por pieles de cabra, o en carretas cargadas de cestos de hielo envueltos en arpilleras.

Fuente: http://www.lanzadigital.com/diariolanza/pb/periodico/periodicodetalle.asp?REG=4730&sec=PROVINCIA

4 comentarios:

pichuneke dijo...

Lo pongo porque aunque no es historia antigua, es arqueología industrial de la rara ;-)

Rosa Ferrer dijo...

Efectivamente, los pozos de la nieve son un patrimonio arqueológico singular. En la Región de Murcia, Sierra Espuña es un enclave único para el estudio de esta arquitectura popular.

Más información:
http://www.totana.com/cgi-bin/pozos.asp

pichuneke dijo...

Muchas gracias por el enlace, Rosa. Era muy interesante :)

Germán dijo...

acabo de meter en mi blog alguna foto relacionada con este tema. un saludo.

forcarei.blogspot.com