El egiptólogo José Manuel Galán plasma en un libro la gran aventura de la investigación de la tumba de Djehuty, en Luxor
Cinco años ya de trabajar entre momias. Momias hermosas, como la de la Dama Blanca, extravagantes, como las cuatro cabezas embalsamadas a las que se ha dado en llamar los Beatles, siniestras como la del mono misteriosamente decapitado, o conmovedoras: la de una niña de cuatro años hallada en la última campaña, hace apenas unos meses, que "parece que vaya a echar a andar, con sus dientes, cabellos, orejitas y todo". La investigación de la tumba de Djehuty y de la anexa de Hery y sus alrededores, en la antigua necrópolis tebana de Dra Abu el Naga (Luxor), se ha revelado como uno de los proyectos más extraordinarios, rigurosos y fructíferos de la arqueología española de todos los tiempos. Su director, el egiptólogo madrileño José Manuel Galán, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha escrito un libro que se pone próximamente a la venta (En busca de Djehuty, RBA-National Geographic) en el que traza la crónica de una aventura científica que está ofreciendo hallazgos sensacionales.
En su libro, que une a un rigor digno de la mejor divulgación anglosajona, una pasión y una atención al factor humano muy latinos, Galán repasa el Proyecto Djehuty desde sus inicios, en el año 2000, cuando el estudioso tomó primer contacto con la tumba de este alto cortesano de la reina Hatshepsut (XVIII dinastía, hace unos 3.500 años), hasta finales de la cuarta campaña de trabajos, el año pasado. Como si fuera uno más del equipo, el lector asiste a las primeras exploraciones del conjunto sepulcral (la tumba de Djehuty está conectada con otras conformando un monumental revoltijo), repta con Galán sobre los escombros, se adentra en las claustrofóbicas galerías y asiste a los maravillosos hallazgos que han jalonado la exploración: la Tabla del Aprendiz -una especie de pizarrín de prácticas con el único dibujo frontal de un faraón que se conoce ¡y la huella dactilar del artista!-, el sarcófago de la denominada Dama Blanca, un trozo de vaso de alabastro con el cartucho del faraón que derrotó a los hicsos, Ahmose o un pequeño papiro mágico. También participa el lector en la esforzada búsqueda de patrocinio, la negociación de permisos y los asuntos de intendencia, y comparte la relación con los técnicos y trabajadores locales: gente muy honesta y extremadamente amistosa para la que Galán, que dice que uno de los momentos más imborrables de la estancia en Luxor fue cuando los invitaron a la boda del hermano del rais Farouk, el capataz, sólo tiene palabras buenas.
"La idea del libro va muy unida al diario de excavación que llevamos en Internet desde la primera campaña", explica Galán. "Se trataba de contar no sólo los resultados de la investigación, sino todo el proceso, algo que tiene mucho de pesquisa policial. De esta manera, se puede ver cómo avanza el conocimiento, a base de hipótesis que luego se convierten en aciertos o fracasos. Por ejemplo, inicialmente pensamos que la tumba entre la de Djehuty y Hery y conectada con ellas pertenecía a un tal Nebamón, pero resultó que el adobe en el que estaba inscrito el nombre había sido reutilizado y el sepulcro, como descubrimos después al excavar la jamba de la entrada, era de otro noble, Baki. Me ha parecido sugestivo revelar además toda la trastienda, las burocracias, los problemillas, y el contexto de la investigación".
Pese a que las tumbas tienen sus peligros no ha habido en los cinco años ningún "accidente laboral", como dice Galán. "Algún miembro femenino se ha encontrado un escorpión en el baño y yo topé con uno en un pasadizo, pero vamos con cuidado, especialmente con los posibles derrumbes. Djehuty nos protege: lo que hacemos en el fondo es recuperar su memoria y devolver a su tumba-santuario su aspecto original, cosas que garantizaban la pervivencia de un egipcio en el más allá. Esperemos que siga entendiéndolo así".
Dos ideas centrales atraviesan el libro: la de los antiguos egipcios no era una civilización de muerte sino de vida ("todo en el Antiguo Egipto rezuma vida, es un canto a la vida") y los verdaderos tesoros no son de oro y plata, sino de conocimiento. "Los objetos preciosos atraen a primera vista, pero lo bonito en realidad son los detalles y los textos, ahí se percibe la humanidad, que los antiguos egipcios eran como nosotros, sentían, padecían y se reían igual".
El libro acaba con la cuarta campaña, pero la quinta ya se ha realizado -en enero y febrero- y ha traído su cosecha de regalos; un juego de Sennet ("nunca imaginé hallar uno"), unas excepcionales tapas antropomorfas de vasos canopos con rostros diferentes y polícromos... "Incógnitas que había al acabar el libro ya se han desvelado: al retirar los escombros que la llenaban hemos comprobado que la cámara más interna de la tumba de Djehuty conserva los relieves en buen estado hasta el suelo. Así que estéticamente tenemos una pequeña Capilla Sextina egipcia, que deja a la gente boquiabierta, mientras que desde el punto de vista egiptológico la cámara tiene el valor de relatar unos rituales funerarios de los que sabíamos muy poco". Persiste sin embargo el suspense de si la momia del propio Djehuty está aún en la tumba. El equipo no empezará a excavar el pozo de enterramiento ¡hasta la séptima campaña! "Eso distingue el trabajo científico de la búsqueda de tesoros. Pasamos al lado cada día de ese pozo, pero tenemos que seguir el procedimiento que hemos marcado y esperar hasta acabar con las otras cámaras de la tumba". Galán cree que encontrarán a Djehuty pero seguramente no intacto, pues lo habrán depredado los saqueadores. El proyecto aporta novedades a la investigación egiptológica española. "Hemos intentado hacer cosas diferentes, adaptarnos a los nuevos tiempos. Un uso vanguardista de las nuevas tecnologías, como la epigrafía digital, un trabajo muy en equipo y pluridisciplinar, y la atención a elementos poco tratados, como los patios de las tumbas o los conos funerarios. La divulgación juega un papel importante también, así como el patrocinio privado" -Telefónica Móviles y Fundación Caja Madrid-.
En los cinco años no han faltado las momias. "Tenemos momias para dar y tomar, algunas han aparecido muy revueltas y desmembradas, lo que les da un toque aún más gore si cabe. Las cuatro cabezas embalsamadas que denominamos los Beatles fueron dispuestas juntas seguramente por un ladrón de tumbas, como un juego macabro. La momia de niña hallada este año te pone los pelos de punta por lo bien conservada que está. Aparte de Djehuty y sus familiares, en la tumba, reaprovechada, se realizaron muchos enterramientos en épocas sucesivas. Así que hay momias digamos okupa. Los saqueadores lo han revuelto todo, y luego los primeros egiptólogos. Éste es un proyecto científico pero no falta el toque de aventura y emoción, incluso peliculero".
Del hallazgo en el Valle de los Reyes del extraño recinto funerario bautizado como la tumba KV 63 y que parece ser un almacén de elementos de embalsamar, Galán señala: "La información muy rápida conduce a errores, pero la sociedad quiere saber con rapidez. El problema es que el tiempo científico, el de la arqueología, es necesariamente lento, y cuanto más lento más juega a favor. Sea una tumba o un almacén, sigue siendo muy interesante. De hecho, desde el principio se veía que no era una tumba de la realeza, por el color de los ataúdes. La tipología del recinto es muy extraña, parece un trastero. Creo que aún no se ha accedido a los ataúdes de niños al fondo -los que se han abierto están llenos de piedras-, porque hay que ir despejando primero todo
que puede ser ese lugar tan peculiar. He aprendido a saber decir 'no lo sé', que es lo mejor cuando no tienes suficientes datos". En todo caso es algo muy insólito. "Bueno, la verdad es que cuando te metes en algo a fondo en Egipto todo es muy único. Al revés de lo que la gente cree y de que el arte parece tan estereotipado, al mirarlo bien todo es particular y diferente".
Fuente: El País
1 comentario:
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