Los obreros que realizaban excavaciones para construir un estacionamiento subterráneo de varios pisos debajo del Vaticano se llevaron una sorpresa.
Lo que las excavadoras descubrieron fue un antiguo mundo de la muerte: una necrópolis romana -o cementerio- que se remonta a la época de Cristo. Desde entonces las excavaciones han sacado a la luz más de 200 tumbas fabricadas en múltiples niveles y en muy buenas condiciones.
En adición a las inscripciones funerarias que han descubierto, se suma el hallazgo de estatuas, vasos, urnas, monedas y esqueletos. El lugar de entierros presenta una compleja pintura de la vida y la muerte en la antigua Roma y por primera vez ofrece a los arqueólogos mirada a lav ida de las clases media y baja de la sociedad romana.
Artesanos .
Algunos de ellos eran artesanos, enterrados con señales de su actividad comercial. En la tumba de un diseñador del teatro de Pompeya, se observan símbolos de una brújula y una plaza en forma de T. Hay tumbas de un cartero, un entrenador de caballos y un esclavo que fue liberado y después ascendió a la posición de sirviente del emperador Nerón.
Pero también han descubierto esqueletos de indigentes, posiblemente esclavos, quienes fueron sepultados sin nombres y en ataúdes de madera. "Nosotros hallamos una pequeña 'Pompeya' de información sobre la vida fúnebre", aseguró Giandomenico Spinola, cabeza del departamento de antigüedades clásicas de los museos del Vaticano.
Privilegiados.
"Tenemos los mausoleos de Adriano y Augusto -dice Spinola- pero en Roma no tenemos muchos cementerios donde fueron enterrados miembros de las clases baja y media de Roma". En algunas partes de la necrópolis hay tumbas de romanos que fueron más prósperos. Algunos de ellas cuentan con altares decorados.
Hay un sarcófago de un miembro de de los caballeros de la antigua Roma, quien murió cuando era un adolescente y fue homenajeado tras su muerte con una escultura con las manos extendidas como en posición de oración. Ese tipo de figura, conocida como un "orante", era considerada un símbolo temprano del cristianismo.
Antes de que los arqueólogos comenzaran sus excavacone, tuvieron que remover toneladas de tierra y rocas. En el siglo II DC hubo un deslizamiento de tierra, lo cual ayudó a preservar algunas de las tumbas.
El mosaico de Dionisio.
También fue desenterrado un mosaico en blanco y en negro que representaba a Dionisio, el dios asociado con la fertilidad y el vino. Todo ha sido cuidadosamente restaurado en el laboratorio de los museos del Vaticano y puesto en su lugar de origen.
Se han construido senderos para que los visitantes puedan ver los esqueletos, incluyendo el de un infante enterrado por sus seres queridos, quienes dejaron al lado de su cuerpo un huevo de gallina. El huevo, que fue reconstruido, pudo haber representado un juguete o quizás un símbolo de renacimiento.
A lo largo del cementerio hay tubos terracotas que emergen de las tumbas. En tiempos antiguos, las familias solían sentarse cerca de las tumbas para comer, virtiendo ocasionalmente vino, leche o miel a través de los tubos para alimentar a los muertos.
Originalmente, el cementerio estaba a las orillas de una avenida de la antigua Roma, la Vía Triunfal (Via Thriumphalis). Ahora sabemos que el área descubierta es sólo una pequeña parte de un cementerio mucho más grande que habría cubierto una importante sección de la montaña.
Sin embargo, muchos secretos permanecen enterrados. Excavadoras arqueológicas como las usadas en este proyecto son muy costosas. El trabajo le ha costado a la Santa Sede más de US$480 mil y el lugar está ahora rodeado de pilas de piedras del nuevo estacionamiento.
Fuente: BBC Mundo.
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