Detalle de la piedra pesa cerca de 12 kilos y mide 36 centímetros de largo, 21 de ancho y 13 de grosor Foto Reuters
Un señor que trabajaba en la reparación de un camino de terracería en Jáltipan, Veracruz, cerca de San Lorenzo, se encontró, en el montículo de grava que estaban usando, una piedra con inscripciones que decidió mejor entregar a la presidencia municipal. También entregó otros objetos hallados ahí mismo (restos de cerámica, fragmentos de figurillas de barro, rotos artefactos de piedra). Llevaban, por cierto, años usando la grava de este lugar para la construcción de calles.
A su vez, el ayuntamiento se puso en contacto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Eso ocurrió en abril de 1999. Ahora, siete años después, sabemos que se trata de la primera evidencia de escritura olmeca, que vendría siendo la más antigua del hemisferio occidental.
Pavimentamos con la historia, opinó un periodista al enterarse del hallazgo en grava.
María del Carmen Rodríguez Martínez y Ponciano Ortiz Ceballos, investigadores del Centro del INAH y del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana, respectivamente, fueron enviados en 1999 a inspeccionar lo hallado.
Muy cerca de San Lorenzo
El bloque fue encontrado en el corazón de la tierra olmeca, en Lomas de Tacamichapa.
Ahí mismo fueron encontradas dos hachas, cerámica de la Fase San Lorenzo (1200 a 900 antes de Cristo) y algunos materiales del periodo clásico (600 a 900 de nuestra era).
Rodríguez y Ortiz, junto con otros cinco investigadores, dieron a conocer, por medio de un artículo de la revista Science (15 de septiembre de 2006, vol. 313), que "es probable que el bloque provenga de la era de San Lorenzo, quizá del final (...), o sea, cerca del año 900 antes de nuestra era".
Los otros objetos encontrados en el mismo montículo los hacían pensar que el bloque Cascajal podría provenir de principios del primer milenio antes de nuestra era. Pero no estaban seguros, e inclusive había otros arqueólogos que creían que podía ser falso, así que buscaron a los geólogos Jacinto Robles Camacho y Ricardo Sánchez Hernández, del INAH, quienes concluyeron que "por el intemperismo de la superficie, la piedra era antigua".
El bloque "es una piedra serpentinita" que pesa cerca de 12 kilos y mide 36 centímetros de longitud, 21 de ancho y 13 de grosor.
"Tiene inscripciones muy finas, algunas de las cuales ya se han podido identificar", explicó, en entrevista telefónica con este diario, María del Carmen Rodríguez.
El texto consiste en 62 signos, con 28 elementos distintos, algunos de los cuales se repiten hasta cuatro veces.
Es poquísimo lo que se puede inferir del bloque.
Probablemente, dicen los investigadores en Science, se lee de izquierda a derecha, "como la mayoría de las escrituras mesoamericanas.
"Al parecer, las secuencias están concebidas como unidades independientes de información. Aunque (el bloque) parece haber sido tallado por la misma mano", se lee. "Al ser producto de un sistema de escritura, las secuencias, por definición, reflejarían los padrones del lenguaje, con una probable presencia de sintaxis y ordenamiento de las palabras dependiente del lenguaje."
El bloque incluye iconos de vegetales, "que germinan hacia arriba". La apariencia de tales signos demuestra que la inscripción es horizontal.
El texto empieza con una abeja "que fue domesticada por los olmecas" y sigue existiendo en Veracruz, contó Rodríguez. "Aparentemente, esta abeja era sagrada." El insecto abre secuencias de escritura, y se repite en tres ocasiones.
Hay lo que parecerían ser hachas, maíz y cerros, "o sea, una serie de elementos indudablemente relacionados con la civilización olmeca".
Quizá, "pero esto es mera especulación", aclara Rodríguez; se trata de algo relacionado con un lugar (por los cerros). Por otro lado, los signos de lo que parecen ser vasijas y pieles dan la impresión de que a la mejor se trataba de un registro de mercancías o tributos.
"Tengo fuertes sospechas de que se podría tratar de un sistema logográfico, como la escritura zapoteca (muchos símbolos como palabras)", sugirió, en entrevista electrónica con este diario, el arqueólogo Stephen D. Houston, de la Universidad Brown, en Rhode Island (EU), parte del equipo internacional que participó en el estudio del bloque.
En el número 38 de la revista Arqueología, del INAH, se publicará un texto sobre el tema.
Si bien hasta ahora ninguna escritura había sido asociada a la civilización olmeca, los especialistas siempre creyeron que "tenía escritura", aseguró Rodríguez.
Un nuevo nivel
Houston la secundó y completó: "De hecho, la sorpresa es que haya tomado tanto tiempo en encontrarse texto lineal. Algunos habíamos sospechado que los personajes olmecas son mostrados con signos, muchas veces en sus tocados, que podrían corresponder a nombres personales. Esto lleva tales anotaciones lingüísticas a un nuevo nivel".
Antes, había habido hallazgos aislados: "Secuencias cortas en dos hachas (su brevedad hacía difícil su interpretación); un sello cilíndrico y pequeños fragmentos de curvas y volutas de La Venta, Tabasco", explicó Houston. Pero probablemente el sello era un icono y los pequeños fragmentos estaban demasiado pulverizados.
El bloque es "un importantísimo descubrimiento que hace alfabeta a la primera civilización en México. Tenemos que asumir que no es la única (evidencia de escritura), y que más ejemplos eventualmente serán encontrados, conforme haya mayor investigación en esta crucial zona arqueológica", concluyó Houston.
Fuente: La Jornada
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