A ntes de que la suerte de Iruña Veleia estuviera echada, de que sus habitantes adoptasen las costumbres romanas, este asentamiento situado en un meandro del Zadorra ya se erigía como un gran poblado indígena. La tribu de los caristios se asentó en este lugar, situado entre las actuales localidades de Trespuentes y Víllodas, alrededor del primer milenio antes de Cristo. Durante la conocida como Edad del Hierro, esta zona alavesa se convirtió en un lugar habitual de paso hacia el interior de la Península. El carácter mercader de sus pobladores les facilitó darse cuenta de que, tras superar el año cero, había llegado el momento de situarse a la lumbre del Imperio.
Los últimos estudios siguen acrecentando la leyenda, o más bien realidad oculta, que rodea a Iruña Veleia. Los arqueólogos de este yacimiento alavés -en el que trabaja un equipo multidisciplinar de diez personas y colaboran Euskotren, el Gobierno Vasco, la Diputación alavesa y el Ayuntamiento de Iruña Oka- confirmaron este mes que este asentamiento se erige como el mayor poblado prerromano descubierto, hasta el momento, en Euskadi.
El equipo que trabaja desde 1994 en este enclave, a las órdenes de Eliseo Gil, decidió en 2005 poner en marcha un estudio con el que delimitar la extensión del yacimiento, para así resolver la incógnita de hasta dónde abarcaba la antigua ciudad de Veleia. Pronto se llevarían una grata sorpresa.
la extensión del yacimiento Hasta entonces estaban claros los límites del asentamiento hasta la época romana tardía, entre el siglo IV y V después de Cristo, marcados por la muralla -de 1,5 kilómetros de perímetro- que rodeaba la urbe. Sin embargo, se especulaba con que ya en el siglo II sus dominios pudieron extenderse hasta la ribera del Zadorra. Ahora, las primeras conclusiones del Proyecto de Estudio Histórico-Arqueológico del Yacimiento de IruñaVeleia -durante tres años se realizarán hasta 300 sondeos y una prospección visual de unas 150 hectáreas- hablan de una superficie de 120 hectáreas. Es decir, más de un centenar de campos de fútbol repletos de historia romana.
Cerca de la mitad de ese territorio ya era un poblado para cuando llegaron los súbditos del César. "Tiene lógica que, antes de convertirse en una ciudad romana importante, Veleia ya fuera un poblado indígena con una extensión considerable, con una influencia central en el Valle del Zadorra", explica el arqueólogo Oskar Escribano.
¿quiénes eran los caristios? Este experto, que lleva más de una década investigando en el yacimiento, remonta la historia de Veleia hasta una etapa de transición entre el Bronce Medio y el Bronce Final. Así, durante el primer milenio a.C., el asentamiento en la colina de Arkiz se ocupó de forma ininterrumpida. Sus pobladores, los caristios -que se repartían en nuestra contemporánea Álava con los várdulos, autigrones, berones y vascones (en Navarra)-, eran un pueblo con influencias no sólo celtíberas, sino además de la Meseta y el Valle del Ebro.
¿Y por qué se asentaron en esta zona? Según apunta Escribano, eligieron esta tierra por su situación estratégica tanto defensiva, ya que por un lado linda con un acantilado de 70 metros -el conocido como espolón de Arkiz- y, por otro, porque la cercanía de La Llanada la erigía como un lugar perfecto para el comercio. Los hallazgos arqueológicos describen además a esta comunidad como un pueblo cazador, conocedor de la manipulación del hierro, que fabricaba sus propias cerámicas y contaba con sus rituales funerarios.
el momento del cambio El yacimiento guarda vestigios de sus primeras casas, de planta circular y elaboradas a base de adobe, que con el paso del tiempo fue sustituido por la piedra -por lo que debían contar con una cantería- y una estructura rectangular.
Escribano tiene claro que se trataba, por tanto, de un pueblo avanzado y culto que, en un momento dado, supo dejar sus costumbres -aunque mantuvieron sus ritos fúnebres- para adoptar las romanas: "No se puede hablar tanto de una invasión como de una culturización. Se romanizaron porque no podía ser de otra forma, dado el esplendor de Roma. El Imperio les proporcionó alcantarillas, carreteras -la Iter XXXIV , con un trazado similar a la presente N-I, pasó por estas tierras para unir Astorga y Burdeos-, termas y teatros. Y los indígenas supieron aprovecharse de esos avances".
Con el tiempo, aquel asentamiento se llamaría Iruña Veleia -al parecer, el término en euskera se le añadió durante la época medieval-, como ahora la conocemos. Sobre la superficie, ya nada queda de aquel "nudo de comunicación" vital que sus habitantes abandonaron ante el temor de invasiones del norte. En el subsuelo, este yacimiento saca ahora a la luz el mayor poblado protohistórico de la CAV. La Hoya, Olárizu o Alegría guardan similitudes con este terreno ancestral de 60 hectáreas, pero nadie puede rivalizar, por el momento, con su brutal extensión. Las raíces de Euskadi campan aquí a sus anchas.
Fuente: Diario de Álava
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