22 abril 2006

El Ara Pacis de Meier desata la guerra en Roma.










La famosa «pax romana», que el emperador Augusto hizo reinar en el inmenso imperio, brilló ayer por su ausencia en la reapertura del monumento conmemorativo -el Ara Pacis- en su nueva estructura de mármol blanco, acero y cristal diseñado por Richard Meier. El alcalde de la ciudad, Walter Veltroni, y el arquitecto neoyorquino estaban felices a pesar de las polémicas.

Los preciosos bajorrelieves que adornan las paredes del Altar de la Paz jamás sobrevivirían a las inclemencias del tiempo y la contaminación de Roma, por lo que nadie discute la necesidad de una estructura de protección. Pero el edificio del arquitecto neoyorquino ha creado división de opiniones: para unos es un «joyero» que engasta mejor el Ara Pacis, para otros es una «pecera» que nunca se debió autorizar. Según el crítico Vittorio Sgarbi, «es un garaje fuera de sitio».

Levantado en el año 9 a. C.

Quien haya visitado el Ara Pacis dentro de la envoltura de 1938 se da cuenta enseguida de que la de Meier es mil veces mejor. Entra mucha más luz, tamizada en parte gracias a unas láminas horizontales. Resulta más espaciosa por dentro y permite ver mejor el espléndido Altar, levantado en el año 9 antes de Cristo, pero destruido un par de siglos más tarde y recuperado a trozos tan sólo a partir del siglo XVI.

El problema es que el monumento está fuera de lugar. Se reconstruyó en el emplazamiento actual para embellecer uno de los diques que protegen Roma de las crecidas del Tíber y, de paso, dejarlo a cuatro pasos del Mausoleo de Augusto, cuyas hazañas narra a lo largo de centenares de metros de bajorrelieve. Se haga como se haga, la estructura de protección quita vistas a dos hermosas iglesias que se asomaban al Tíber y supone un cuerpo extraño en ese lugar.

Pero lo más duro es que Meier «firma» demasiado la estructura exterior, añadiendo una columna con enormes letras verticales que irían mejor en un parque temático americano. Y el blanco deslumbrante del mármol resulta ofensivo, pero la contaminación atmosférica se encargará de moderarlo en poco tiempo.

«Lo antiguo y lo moderno pueden coexistir y sólo una obra de gran tecnología puede proteger de la degradación una estructura como el Ara Pacis», manifestó ayer el alcalde en la inauguración. Veltroni salía así al paso de las críticas vertidas por algunos representantes de la oposición, que han amenazado con desmontar la estructura si ganan las elecciones municipales del 28 de mayo. Richard Meier se mostró emocionado y conmovido: «Cuando hace años paseaba por este lugar nunca me habría imaginado poder estar aquí hoy como el arquitecto que ha tenido el honor de construir esta arquitectura en una ciudad grandiosa como Roma».

Fuente: ABC.

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