Las labores de desmonte de terrenos realizadas para la construcción de una autovía ponen al descubierto restos arqueológicos de la época Imperial.
Los restos de una villa romana de la segunda mitad del siglo I después de Cristo han quedado al descubierto en Ròtova gracias a los trabajos llevados a cabo en la zona para construir una autovía y una nave industrial. Entre los hallazgos encontrados figura cerámica del tipo “terra sigillata hispanica”.
Un equipo de arqueólogos de la Diputación de Valencia ha descubierto los restos de una villa romana de la Época Imperial en la periferia del casco urbano de Ròtova, cuya antigüedad se remonta a la segunda mitad del siglo I después de Cristo.
Dentro de los materiales recuperados en la excavación, ha sido hallada cerámica del tipo “terra sigillata hispánica” que documenta una instalación de época imperial posiblemente iniciada en la segunda mitad del siglo I d.C., con una perduración que todavía nos es desconocida, según explicó el director de la excavación, Francisco Cisneros.
Cisneros señaló que las labores de desmonte de terrenos realizadas para la construcción de una autovía y para la edificación de una nave industrial “pusieron al descubierto las estructuras de una villa romana, en la periferia del casco urbano de Ròtova”. A juicio de este arqueólogo, “el emplazamiento posee un encanto especial al estar situado en el bello paraje recorrido por el río Vernissa, afluente del Serpis”.
“En las proximidades se halla el Monasterio de San Jeroni. A un centenar de metros de su emplazamiento discurría el Camino Real, antigua vía romana que enlazaba la antigua ciudad de Dianium (Dénia) con Saetabi (Xátiva) y se desplazaba hacia el oeste buscando enlazar con la vía Augusta, una de las calzadas principales del Imperio Romano que, desde Roma, bordeando el litoral mediterráneo, se adentraba en Hispania para terminar en Cádiz”, explicó.
“A partir del territorio valenciano continuaba su trayectoria hacia el corredor de Montesa y la Font de la Figuera para adentrarse en los Llanos de Albacete”, matizaron. Francisco Cisneros recordó que las villas romanas “eran fundamentalmente núcleos de explotación agraria que, además, incorporaban instalaciones de tipo industrial (pars fructuaria). Muchas de ellas contaban con lagar para la producción de vino y almazara para la elaboración de aceite”.
“Las de categoría principal contaban con habitaciones dedicadas a residencia del propietario (pars urbana) e incluso con termas propias”, constató el arqueólogo.
Fuente: Las Provincias.
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