09 febrero 2006

Los iberos regresan desde el pasado a las tierras cartageneras con una exposición.












Por : Diego Ortiz Cartagena.

Sus nombres eran los de turdetanos, oretanos, bastetanos, ilergetes o layetanos, entre otros. Para muchos cartageneros algunos de ellos se les han hecho familiares en los últimos años debido a las Fiestas de Carthagineses y Romanos.


Pero pocos son los que conocen de forma amplia cuáles eran las costumbres, las formas de vivir y de morir, su armamento y su capacidad guerrera o el comercio que efectuaban todos esos pueblos que, entre el siglo VI y el I antes de Cristo desarrollaron, especialmente en el sureste peninsular, la denominada Cultura Ibérica.

Ahora, los interesados en profundizar en ese conocimiento tienen una gran oportunidad con la exposición ‘Íberos, guerreros y artesanos’ que se puede ver desde ayer, y hasta el próximo 15 de marzo, en la carpa instalada en el solar existente entre las calles San Juan, Carlos III y Juan Fernández.

Auspiciada por la Obra Cultural de La Caixa, la muestra fue presentada ayer por Juan Odriozola, director ejecutivo territorial en Valencia y Murcia de dicha entidad financiera; Lluis Reverter, secretario general de la Fundación La Caixa; Joaquín Carrasco, director de área de la Zona de Cartagena; José Cabezos, concejal de Cultura del ayuntamiento de Cartagena; y Lluis Bautista, comisario de la exposición. El primero de los citados recordó las ya diversas ocasiones en las que muestras organizadas por esta caja de ahorros han llegado hasta Cartagena y el éxito en público que todas ellas han supuesto. Así, rememoró las 59.000 personas que pasaron por la titulada ‘La Mar de Ulises’ en el año 2002, las 36.000 que vieron ‘Los aromas de Al-Andalus’ en 1999 y las 14.000 que presenciaron ‘La sal de la vida’ en 1997.Precisamente, ese éxito de público se basa, como explicó Lluis Reverter, en la filosofía de querer que el público vea “como fue nuestra historia de una forma diferente a como estamos acostumbrada a verla.

Queremos que el visitante se sumerja en la cultura ibérica”.Ello se consigue a base de reproducciones de torres de entrada a un poblado ibérico, con la de la sepultura donde se encontró la Dama de Baza -recreada tan perfectamente que se puede percibir hasta el olor a humedad del lugar de enterramiento-, con las de una vivienda de los pueblos íberos, con la del taller de un ceramista o con el de un herrero.

La exposición también deja entrever, como explicó Reverter, las influencias que los pueblos ibéricos recibieron a través de las colonizaciones fenicias que llegaron por las costas cartageneras y otras del Mediterráneo, y que trajeron innovaciones como el horno metalúrgico para hierro, el horno de cerámica de doble piso, el torno, la escritura y la introducción del cultivo de la uva y el olivo.

Todo ello a base de proyecciones, maquetas, reproducciones de piezas arqueológicas (como la Dama de Elche, la citada de Baza, la Oferente del Cerro de los Santos, la Bicha de Balazote o el guerrero del yacimiento jienense de Porcuna) y otros muchos más elementos que, según el comisario de la muestra, el referido Lluis Bautista, convierten a ésta en “algo diferente a lo que se ve en las exposiciones de arqueología, donde hay piezas en vitrinas y textos extensos.

Aquí se ha desarrollado una museología avanzada que hace a la exposición amena y procura que su visión no suponga mucho trabajo al espectador”. A través de esos medios se ha querido dar mucha importancia a la vida cotidiana, destacando aspectos como el comercio, la vivienda, la metalurgia, la agricultura, el trabajo textil o, incluso, la dieta. Así, ver como los íberos se alimentaban de productos como vino, aceite, salazones, leche, cebada, trigo, almendras, garbanzos, lentejas, manzanas, granadas, carnes de bóvidos, aves y cerdos (incluso jamones), uvas, higos y otros muchos que aún forman parte de nuestra dieta, une a los visitantes con los íberos de una forma mucho mayor que con las grandes reproducciones de piezas muy conocidas, ya que los sitúa a un nivel mucho más humano, mucho más cercano, pudiendo comprobar como el poso cultural que dejaron en estas tierras durante seis siglos, aún sigue vivo en algunos aspectos de temas tan cotidianos como puede ser la alimentación.

Alimentos viajeros.

Incluso, en ese terreno, el de los alimentos, los visitantes podrán obtener información de como ya entonces se comercializaban con el exterior productos como el vino, las salazones o el aceite de estas tierras, al tiempo que se recibían otros de lugares de todo el Mediterráneo, de lo que son buena muestra las reproducciones de ánforas púnicas que se pueden contemplar en la muestra.Ésta se convierte en una oportunidad casi única para conocer de cerca a esta cultura, a este pueblo que nunca fue una unidad política, sino una mezcla de culturas, de influencias, y que dejó su huella en los terrenos que ocupó. Incluso, su nombre sirvió para ‘bautizar’ a la Península Ibérica.

Tal oportunidad puede aprovecharse, hasta el 15 de marzo en horario de 12.30 a 14 y 18 a 21 horas de martes a viernes; y de 11 a 14 y 18 a 21 los sábados, domingos y festivos.


Fuente: El Faro.

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