Hasta ahora, los expertos consideraban que China, una civilización con más de 5.000 años de Historia pero tradicionalmente cerrada al exterior, no había comenzado a tener contactos con otros pueblos hasta el siglo I o II de nuestra era. En esa época, y bajo la dinastía Han (206 a. C.- 220 d. C.), el imperio chino empezó a relacionarse, aunque sería más apropiado decir a guerrear, con los «xiongnu», las tribus «bárbaras» de Asia Central que fueron sometidas para que los exóticos productos de la legendaria Ruta de la Seda llegaran a lugares tan remotos de Occidente como Roma.
Pero toda esa teoría se ha venido ahora abajo al descubrirse los restos del que puede ser el primer extranjero que recaló en el coloso oriental, al menos, un siglo antes de lo que se pensaba. Rompiendo el mito de personajes como Marco Polo, éste no sería ni un aguerrido aventurero ni un visionario comerciante, sino un esclavo que participó en la construcción del mausoleo del emperador Qin Shi Huang, que unificó China en el año 221 antes de Cristo y es conocido en el mundo entero por los famosos guerreros de terracota que custodian su tumba cerca de la ciudad de Xi´an.
12 esqueletos en una fosa común.
Así lo demuestran unos restos humanos encontrados a unos 500 metros del museo donde se exhiben dichas figuras que, al tenor de las pruebas de ADN practicadas, se corresponderían con los de un indoeuropeo. «En septiembre de 2003 localizamos una fosa común próxima al mausoleo donde, tras realizar las excavaciones oportunas, hallamos 121 esqueletos en septiembre del año pasado», explicó a ABC Duan Qingbo, responsable de los trabajos que se llevan a cabo en este yacimiento arqueológico.
«Después de analizar 50 de estos restos, hemos llegado a la conclusión de que todos, salvo una persona, eran hombres, y que uno de ellos era extranjero», anunció Duan Qingbo. Para ello, los investigadores se basan en que «el ADN estudiado coincide con el que normalmente tienen la etnia parsi de la India, los kurdos del Turkmenistán y los persas de Irán», tal y como aseguró a la agencia de noticias Xinhua la antropóloga Tan Jingze, encargada de las pruebas.
La explicación más plausible es que el extranjero, que murió cuando tenía unos 20 años, fue capturado al norte del país, donde habitaban las tribus nómadas que luchaban contra las tropas chinas, y luego trasladado a Xi´an. A pesar de las sospechas, el jefe de las excavaciones, Duan Qingbo, reconoció que «no hay documentos que indiquen cómo llegó hasta aquí, ni evidencias de que más extranjeros trabajasen en la construcción del mausoleo del emperador Qin Shi Huang».
Pero tal posibilidad tampoco se puede descartar porque más de 700.000 obreros construyeron esta monumental tumba durante tres décadas. «La mayoría de ellos eran esclavos, pero también había presos condenados a trabajos forzados e ingenieros que supervisaban la marcha del proyecto», aclaró Duan Qingbo, quien señaló que «los operarios de rango más bajo eran enterrados en fosas comunes cuando fallecían por alguna enfermedad o por las duras condiciones laborales».
Y es que Qin Shi Huang no es célebre sólo por haberse convertido en el primer emperador de China, sino también por la desmesura de su tiranía, ya que utilizó a cientos de miles de esclavos y prisioneros para levantar tanto su tumba a los pies del monte Lishan, como los primeros tramos de la Gran Muralla. A pesar de la brutalidad de su reinado, en el que abundaron las purgas y la quema de libros para controlar a su pueblo con mano de hierro, Qin Shi Huang también protagonizó grandes logros al unificar la moneda y el idioma.
Fuente: ABC.
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