El Concello lucense dio a conocer en toda España su muralla romana tras empapelarla de libros y organizar originales actividades de sensibilización, como la comida popular de la foto.
Son varios los requisitos que ha de cumplir una candidatura para hacerse con la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Y desde Lugo lo saben bien. A punto de cumplirse seis años desde que la Unesco decidió reconocer la muralla romana como un bien a proteger y promocionar a nivel mundial, la responsable del departamento de Arqueología de Lugo, Covadonga Carreño, aconseja ahora a las autoridades ferrolanas «que nunca abandonen su idea si piensan que la ciudad lo merece».
La técnico encargada de reunir buena parte de la documentación destinada a presentar la candidatura considera que el secreto de su éxito ante la Unesco radica en la perseverancia: «El reconocimiento de Lugo vino tras interesarnos año tras año e insistir ante las administraciones», dice. Pero una vez que se acepta la candidatura, que es el punto en el que se encuentra Ferrol ahora, los principales factores a tener en cuenta son «presentar una buena documentación sobre el conjunto histórico y hacer una buena campaña de concienciación».
Seña de identidad
Sobre lo segundo, Carreño recuerda que «en el caso de Lugo, todas las asociaciones, las entidades privadas y las empresas se volcaron con la idea». Tal es así que iniciativas como la de rodear la muralla de libros son imágenes que se mantienen en el recuerdo de la mayoría de los españoles: «Con esa campaña llegamos a todo el país», cuenta.
En este sentido, la arqueóloga destaca que «es importante sensibilizar a los vecinos para volcarse» con la candidatura y que asuman el patrimonio como algo suyo. «Hace unos diez años -dice-, la sociedad de Lugo estaba tan acostumbrada a convivir con la muralla que no entendía su valor». Y su trabajo consistió, en gran medida, en provocar «que la población la asuma como propia, como una seña de identidad».
Además, Covadonga Carreño recuerda que «cuando Lugo presentó la muralla, ya se escuchaba que la Unesco fijaba sus prioridades en el Tercer Mundo porque en Europa había demasiados restos históricos, y sin embargo salió adelante». Y es que, afirma, «las reglas no son tan firmes como parece y siempre hay un hueco para las candidaturas clásicas».
Sobre los beneficios de estar en la lista de Patrimonio, Carreño asegura que, en el caso de Lugo, «los vecinos y empresarios asumen ahora la muralla como un símbolo, y hemos conseguido mejorar su conservación y seguimiento».
Y en el caso de que la candidatura no salga... «el trabajo ya está hecho y se habrá aprendido a explotarlo en aspectos como el turismo, la enseñanza... y a llegar a la gente», en definitiva.
fuente: La Voz de Galicia
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