El descubrimiento de la Basílica y Necrópolis se enmarca en el contexto de las investigaciones arqueológicas realizadas en la zona ístmica como consecuencia de distintos proyectos de ordenación urbanística. En ellos, se preveía abrir una calle que, paralela a Jaúdenes, conectase la Plaza de África con la de la Constitución para lo que se derribó el caserío allí edificado.
Se realizó una intervención arqueológica dirigida por Emilio A. Fernández Sotelo que comienza en 1987. Tras varias campañas fueron puestos al descubierto los vestigios de la Basílica.
La importancia del hallazgo era patente. La declaración del yacimiento como Bien de Interés Cultural en 1991, con la categoría de Zona Arqueológica, confirmó su importancia y el compromiso de las Administraciones Públicas en su conservación.
Tras más de una década en la que ha sufrido diversos avatares, se inició la construcción del Museo de la Basílica Tardorromana, diseñado por el arquitecto Javier Arnaiz Seco. El proyecto de musealización, realizado por D. José M. Molina y D. Enrique Atalaya, ha sido ejecutado por la empresa 956 Servicios Generales.
Además de la presentación de los vestigios propiamente dichos de la Basílica Tardorromana, se presentan otra serie de restos de distintas épocas y se muestra una exposición sobre la historia del Istmo de Ceuta hasta la conquista portuguesa de 1415.
Entre las piezas más representativas que se exponen se encuentran diversos útiles líticos procedentes del Abrigo de Benzú; varias piezas relacionadas con el mundo fenicio-púnico; cerámicas, vidrios y objetos metálicos de época romana; el sarcófago romano con representación del baño de Venus y alegorías de las Cuatro Estaciones, así como diversos elementos recuperados en la medina de Ceuta entre los que destacan los de la Madraza al Yadida que se exponen por primera vez en nuestra ciudad.
Los restos arquitectónicos que perduran de este edificio responden al modelo de las basílicas norteafricanas de planta rectangular, de tres naves, de las que la central era más ancha y alta que las laterales, separadas por columnas de las que no se recuperó vestigio alguno. Su importancia radica en que se trata de uno de los escasos testimonios de recintos basilicales en el extremo occidental norteafricano.
La interpretación del monumento es compleja. La ausencia de pavimentos, de enlucidos en los muros y de algunos elementos esenciales para el culto, el hecho de que los muros que cierran el recinto al norte no parecen haber sido terminado, unido a la proliferación de tumbas a distintas alturas, ha llevado a Fernández Sotelo a pensar que los restos conservados pertenecen a un monumento inacabado. Sotomayor ha insistido en esta cuestión destacando su uso exclusivamente como necrópolis en la última fase del edificio.
Los datos cronológicos apuntan a finales del siglo IV o principios del siglo V para el inicio del uso de este espacio como necrópolis por lo que la construcción del recinto de planta basilical debió ser anterior lo que viene a coincidir con el gran periodo de construcción de las basílicas norteafricanas (entre la promulgación del Edicto de Milán en 313 y la llegada de los vándalos).
Según Fernández Sotelo, tras la interrupción de la construcción de la Basílica, comenzó la práctica de inhumar en su interior, convirtiéndose en recinto cementerial. Al exterior aparecen alineadas junto a los muros longitudinales una serie de tumbas hoy perdidas. En su interior destaca la acumulación y superposición de sepulturas. Se distinguen dos niveles de tumbas que reflejan momentos cronológicos distintos. El estado de conservación de las tumbas es muy desigual. La superposición y distintas acciones realizadas tras su abandono como necrópolis han afectado a buena parte de ellas.
A partir del día 1 de noviembre el Museo de la Basílica podrá ser visitado en el siguiente horario:
De lunes a sábado: - De 10’00 a 14’00 h. y - De 17’00 a 20’00 h.
Domingos y festivos: - De 10’00 a 14’00 h.
Fuente: Ceuta Digital.
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