La escritora Ana Tortajada reivindica el papel histórico de los íberos en la novela La dama, una obra sobre la vida cotidiana de este pueblo, que recrea a partir de la figura de la Dama d'Elx, en la que imagina el entorno que pudo dar vida a esta «enigmática escultura».
Fascinada por la Dama desde que hace unos tres años se encontró «sin esperarlo» con el que se considera el vestigio más destacable de la herencia de los íberos, durante una visita al Museo Arqueológico de Madrid, Tortajada empezó a investigar cosas de su tiempo, e imaginó cómo sería el mundo que produjo este busto.
El anonimato de la Dama, así como el desconocimiento de lo que representa, aún discutido por los expertos, le dio «la libertad» de crear unos personajes «de carne y hueso», con los que la autora ha recreado la vida cotidiana de los íberos, explicó Tortajada.
El texto resultante es la historia de seis personajes y sus familias, en la que la Dama encarna el papel de una sacerdotisa, que acabará inmortalizada al ser esculpido su rostro por Alucio, (el marido de la gran protagonista de la obra, Titayú), que se enamora perdidamente de la Gran Sacerdotisa.
Aunque algunos historiadores han atribuido la autoría del busto a los griegos, Tortajada, haciendo uso de la libertad que le otorga el género de la novela, se niega «absolutamente» a reconocer la ascendencia helénica, porque la obra es en el fondo una reivindicación de la época íbera, que «con la influencia de griegos y romanos en nuestro pasado ha quedado en muchos casos olvidada».
Fuente: Levante-emv.
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