03 febrero 2007

La Casa de la Rusa será la sede del Museo Arqueológico de San Pedro

Por : M.J.Martínez Garcerán

Estado actual del palacete neomudéjar conocido como La Casa de la Rusa.  (Foto: M.J.M.G.)
Estado actual del palacete neomudéjar conocido como La Casa de la Rusa. (Foto: M.J.M.G.)
El Museo Arqueológico Etnográfico de San Pedro del Pinatar se trasladará a su definitiva sede en la denominada ‘Casa de la Rusa’, una vez que se lleve a cabo la rehabilitación del emblemático edificio, cuyo coste ascenderá a 1.039.451’25 euros.

Los fondos del Museo se encuentran depositados de manera provisional en el Edificio de Usos Múltiples de San Pedro del Pinatar, en un espacio muy reducido para el volumen de objetos que se han encontrado en el municipio durante los últimos años. Entre ellos, destacan desde fósiles y objetos paleontológicos hasta los restos de arqueología submarina, que conforma el grueso del material recopilado. En la sección de Etnografía, el material se compone de piezas de los siglos XVIII, XIX y XX; cartillas de racionamiento de la Guerra Civil; cartas y fotografías que muestran la evolución de la vida cotidiana de los pinatarenses.

La ‘Casa de la Rusa’, un palacete del siglo XIX ubicado a unos metros del Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar, acogerá el Museo, para el que el Consorcio del Mar Menor destinará 439.451 euros y los restantes 600.000 euros serán aportados por la Consejería de Turismo.

Noble italiano
La historia del palacete resulta fascinante porque en ella intervienen importantes personalidades de la sociedad española de los siglos XIX y XX y comienza con Julio Falcó y d’ Adda, barón de Benifayó, un noble italiano que llegó a España acompañando a Amadeo de Aosta. El barón fue senador por la provincia de Madrid en 1886 y senador vitalicio tres años después. Entre sus ilustres parientes destaca la abuela de la actual duquesa de Alba.

La vinculación del barón con San Pedro del Pinatar comienza con su cautividad en la isla Mayor o Conejera, convertida en prisión de la Armada. Acabada su condena, compró la isla que desde entonces se denomina ‘del Barón’ y que está ubicada junto a la isla Perdiguera, llamada así porque era un coto de caza privado del infante don Felipe, hijo del primer rey Borbón en España, Felipe V.

Además de la isla, el barón compró un terreno en San Pedro del Pinatar para construir un palacete, cuyo proyecto fue encargado al arquitecto madrileño Lorenzo Álvarez Capra, autor del palacio del marqués de Mudela.

Tras la muerte del barón, la casa la heredó su hijo Julio Falcó García, con cuya madre nunca se casó y tras la muerte de éste, fue adquirida por el marqués de Seslavine, ruso y primo del zar Nicolás de Rusia, casado con una francesa, pero la gente del pueblo empezó a llamar al palacete ‘la Casa de la rusa’ pensando que la esposa también tenía esa nacionalidad. Por otra parte, la isla del Barón fue vendida al conde de Romanones.

Cesión del parque
En los años 30, la casa pasa a ser propiedad de los condes de Villar de Felices, que ampliaron las dependencias secundarias de la casa. La tercera condesa de Villar de Felices, María de la Paz Garnica, donó parte de la propiedad al Ayuntamiento para convertirlo en un parque público que todo el mundo conoce como ‘parque de los patos’.

Finalmente, la ‘Casa de la Rusa’ y el terreno que la rodea, fue comprado a la última condesa Villar de Felices por una constructora, que a vez vendió el palacete al Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar, donde finalmente se ubicará el Museo.


Un palacete que costó ‘solo’ 10.000 duros
El palacete del barón de Benifayó fue proyectado por el arquitecto Lorenzo Álvarez Capra y según la leyenda que consta en su fachada “fue edificado en el año 1.892 por el albañil de Madrid Vicente Cañadilla”. Mientras duraron las obras, el albañil Cañadilla se hospedaba en la posada de Casto Conesa, próxima al edificio de la construcción y según testimonio de la nieta del dueño, costó una vez terminado “entre siete mil y diez mil duros”. Cañadilla aseguraba que con esta contrata perdía dinero “pero que se resarciría en otras que tenía en Madrid, como la del edificio del Café del Sol, en la mismísima Puerta del Sol”.

El interior del palacete era un museo en si mismo, con infinidad de cuadros y retratos familiares, una biblioteca de casi cuatro mil volúmenes (repartida entre la casa de San Pedro y la de la isla); manuscritos, incunables e impresiones góticas; panoplias con armas de diferentes épocas y una colección de autógrafos de reyes y nobles, entre otros. El cronista Sánchez Perelló aseguraba que en las mansiones del barón de Benifayó “competían la elegancia y el buen gusto con la sencillez y la delicadeza”.

Fuente: El Faro de Murcia

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