22 octubre 2007

Querella criminal contra Odyssey de los arqueólogos españoles de Nerea

Había llegado el momento de mojarse. Los arqueólogos españoles comparten la opinión de que Odyssey Marine Exploration (OME) es una empresa cazatesoros y que «la actuación de sus barcos en el Estrecho ha sido una tomadura de pelo», dijo ayer en Madrid el arqueólogo Javier Noriega.

El grupo al que representa, Nerea Arqueología Submarina, vinculado a la Universidad de Málaga, ha decidido presentar una querella criminal contra OME y contra su fundador Gregory Stemm en los juzgados de La Línea de la Concepción, que ya están investigando a la empresa cazatesoros por un posible expolio en aguas de soberanía española.
La iniciativa surge de una profunda «inquietud cultural y arqueológica, ya que no hablamos de tesoros de oro y plata, ni de aventuras apasionantes, sino de patrimonio de la humanidad que muy posiblemente ha sido sustraído de España conculcando el derecho español para darlo a un fin comercial». Son actividades prohibidas por nuestras leyes y las europeas, y que están en las antípodas de la arqueología.
Fianza de 88 millones
La aparición de esta acción penal cambia el paisaje judicial de OME por sus operaciones en nuestras costas. El abogado de Nerea, José María Lancho, destaca la contundencia de esta personación, basada en la madurez de nuestro marco jurídico, plenamente democrático, en el que tienen espacio las acciones de la sociedad civil.
También subraya la lealtad de estas acciones con la Administración, algo que Nerea ha demostrado durante seis años con las decenas de informes en los que ponía en conocimiento de las autoridades el peligro de las actividades de OME para nuestro patrimonio, y que se adjuntan a la querella. Para que el daño que OME haya podido causar no resulte irreparable, la personación incluye una petición de fianza de 88 millones, la que marca la ley.
Tres tipos penales
Los delitos que la querella solicita dirimir son uno de daños al patrimonio (art.323 del Código Penal), otro por daños por imprudencia grave sobre yacimientos arqueológicos (art. 324) y finalmente un posible delito de contrabando de Patrimonio histórico y arqueológico de la ley orgánica 12/1995 de represión del contrabando. «La sociedad civil y la comunidad científica no deben perder el acceso de todos a la cultura en beneficio del exclusivo negocio de unos pocos», añade Lancho.
Noriega afirma que «nos presentamos por dignidad profesional. Lo que ha ocurrido es tan grave como si alguien se llevase la Giralda, lo que pasa es que resulta más difícil tener conciencia del valor del patrimonio que yace bajo el mar». «Las máquinas que llevan son para localizar yacimientos y el ROV para fotografiarlos y extraer sus restos de oro y plata. Esta empresa cazatesoros no debía haber estado nunca en nuestras aguas», se lamenta Noriega, quien ve un rayo de esperanza en el nuevo Plan de Protección del Patrimonio Arqueológico Subacuático, recién puesto en marcha por el Ministerio de Cultura.
Por su parte, Lancho dice que «posiblemente nunca sepamos de dónde salieron realmente los objetos de una de las mayores extracciones de Europa, ni siquiera cómo se sacaron; tampoco van a dejar consecuencias ni publicaciones científicas que enriquezcan nuestro conocimiento del pasado y esto es muy lamentable».
Las pruebas
Lancho se extraña de que OME siempre aduzca el peligro en que están los yacimientos, «pero mantenga en secreto sus posiciones, y a pesar de apelar a la ley de salvamento del Almirantazgo estadounidense, que supone reconocer ese estado de peligro, condiciona esa información e impide que las autoridades españolas limiten o eviten las circunstancias en las que los yacimientos están sufriendo daños». «De hecho, OME ha dicho a España que conoce la localización de numerosos pecios con los que quiere negociar, cuando lo leal, si les interesase la arqueología, sería que lo pusiera en conocimiento de los poderes públicos», asegura el abogado de Nerea.
¿Qué pruebas tienen contra Odyssey? Noriega es aquí vehemente: «Si fueran pescadores habrán estado pescando, pero son cazatesoros y han estado sumergiendo sus máquinas durante 6 años en aguas de soberanía española, ¿Qué no habrán hecho, cuánto se habrán llevado? Hay fotos, evidencias de satélite, cartas náuticas enviadas por ellos mismos marcando la zona del Mar de Alborán, en las fechas del hallazgo...»

Fuente: ABC

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