Desde los ochenta está documentada una necrópolis en lo que hoy es la facultad de Educación. El enterramiento se localizó al abrir una zanja para reparar las conducciones de fibra óptica
Un hallazgo que pasó casi desapercibido
Las necrópolis romanas en León
Verónica Viñas.- León
José Manuel López fue el primero en ver el esqueleto. Trabajaba en una zanja para reparar las conducciones de fibra óptica en la Universidad y halló un sarcófago. Eran las 12.30 del martes. El trabajador aseguró ayer que en ningún momento tuvo dudas sobre la antigüedad de los restos. «Eso estaba claro», dijo, aunque era la primera vez que se topaba con un hallazgo arqueológico. Un día después la Junta enviaba a un arqueólogo de una empresa con sede en Valladolid estudiar los restos y rescatar la tumba.
Todos los indicios apuntan a que se trata de un enterramiento romano, probablemente del siglo IV. Hace años que está documentada una necrópolis romana en el campus de Vegazana; en concreto, bajo el subsuelo del actual aparcamiento de la facultad de Educación. En este enclave se localizarían los primeros enterramientos romanos, de mediados del siglo III, y la necrópolis se habría ido ampliando en dirección hacia lo que hoy es la facultad de Económicas. De ahí que el arqueólogo Gregorio Marcos, de la empresa Strato, quien durante toda la mañana se empleó a fondo por recuperar intacta la tumba, calcule que el nuevo sarcófago aparecido a poco más de un metro de profundidad, junto a la cafetería de Industriales, sea del siglo IV. La tumba obedece a uno de los tres o cuatro modelos «habituales» que construían los romanos: tegulae a doble vertiente, es decir, realizada con materiales de construcción cerámicos dispuestos formando un tejadillo a dos aguas.
En principio, no apareció ningún objeto de ajuar funerario. En otros enterramientos se han encontrado, por ejemplo, jarras que fueron utilizados en las libaciones que se realizaban en honor al difunto. Gregorio Marcos, tras realizar las oportunas planimetrías y series fotográficas y rescatar pieza a pieza íntegramente la tumba, enviará todos los restos al Museo de León.
Las piezas cerámicas de la tumba tenían las inevitables marcas romanas. Pero, según Marcos, hay varias teorías sobre su significado. Para algunos, se trata de una señal empleada en los talleres romanos para ratificar que la pieza estaba completa o, según otros, estas huellas permitirían asentar mejor -«hacer cama», en el argot de la construcción-, teniendo en cuenta que se utilizaban indistintamente para la cubrición de tejados y para las tumbas. A primera hora de la tarde, tras sacar los restos romanos, el hueco donde apareció la tumba quedaba definitivamente sellado.
Fuente: Diario de León
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