En "Enigmas de la arqueología balear", Javier Aramburu consigue trazar un aguafuerte sobre la era talayótica.
Una pista errónea fue su eureka particular. Se encontraba en Llucmajor siguiendo un mapa trazado por un investigador antecesor y cayó en la cuenta de que un talayot cuadrado tenía la misma orientación que otro. Unos pasos más al norte, otro. Y en la misma dirección, pero más remoto, se alza uno más.
La sistematización en su hallazgo le condujo a elaborar la teoría: la disposición de los talayots tiene una base astronómica por una sencilla razón: "Los hombres de aquella época no tenían brújulas", precisa Aramburu. Mediante este método se ha ido topando con el resto de monumentos prehistóricos que faltaban por descubrir en las islas (alrededor de unos 600).
Sus últimas excavaciones, llevadas a cabo en Ses Païses (Artà), con su inseparable grey, le han sido muy útiles para encarrilar mejor el problema de la utilidad de estos dólmenes prehistóricos. "Los primeros investigadores pensaban que estos edificios rudimentarios eran sólo torres de defensa". Sin embargo, Aramburu ha caído en la cuenta de que muchos de ellos tenían un sentido ritual o religioso para la tribu. El hallazgo sirve también para las taules menorquinas, que era el lugar donde se descarnaban y secaban los cadáveres. "Con este nuevo libro he querido hacer algo más divulgativo partiendo de misterios que la arqueología intentaba resolver desde diferentes aproximaciones en lugar de exponer los temas como verdades absolutas de la ciencia", explica el arqueólogo.
El punto de partida de cada uno de los capítulos son los 15 enigmas históricos más llamativos de Balears, todos ellos narrados en un estilo sencillo y despojado de los tecnicismos científicos menos inteligibles para el público general. En la obra, que ya se encuentra en las librerías, algunas de esas intrigas no se desvelan porque las investigaciones no han sido capaces de dar con una teoría fehaciente. En estos casos, el profesor Aramburu no claudica y recurre a la explicación del estado de la cuestión de esos puntos negros abriendo el abanico y planteando el rompecabezas. Éste el caso, por ejemplo, de los apartados en los que trata de desvelar dónde están las ciudades perdidas de la época romana o si las leyendas sobre los tesoros árabes responden a la realidad o más bien a la mitología.
Tras siete años de trabajo con la publicación, Aramburu consigue despejar al lector otros enigmas como, por ejemplo, cuáles son las bases económicas de esa época prehistórica. "Los datos inclinan a pensar que primero fue la ganadería y a continuación la agricultura", explica el arqueólogo.
La sección Adán y Eva en las islas da un giro radical a las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento. Aramburu consigue poner fecha a la huella del primer hombre que puso un pie en el archipiélago. Fue en el año 2.300 a.C. Incluso confirma su procedencia: "Al parecer venían del sur de Francia o de la costa norte catalana". Aramburu cree que hay una gran cantidad de misterios sin resolver porque la investigación en las islas "no ha sido afortunada" durante muchos años, y "ahora es cuando se están empezando a descubrir muchas cosas". Estos hallazgos no versan exclusivamente sobre arqueología pura y dura, sino que también aportan luz sobre cuestiones antropológicas. En este sentido, "se sabe también que al principio no existían clases sociales, que la utópica igualdad imperaba en las relaciones sociales", apunta el profesor.
El aumento de población fue lo que conllevó a una estructura social jerarquizada en distintas clases y estratos. El capítulo octavo abraza los hallazgos de la isla de Eivissa. "De ésta, se decía en la prehistoria que era la isla de los toros y de los muertos. Se creía que era el cementerio de todo el Mediterráneo". Los eivissencs estuvieron muy marcados por los fenicios, que es una civilización que apenas ha dejado restos. Es una isla en la que no se ha encontrado ningún talayot porque "quizá tenía muchos más lazos con el continente por la vía de las tribus". En un apartado de la obra se desmienten una serie de tópicos que los romanos extendieron sobre estos colonizadores del Mediterráneo. "Es totalmente falso que los fenicios fueran unos piratas, corruptores, astutos, desleales e infanticidas, sino más bien todo lo contrario. Su elevada cultura jamás les hubiera permitido alcanzar tales necedades", confirma. Aramburu compara a la sociedad mallorquina moderna con los fenicios: "Ambos son buenos comerciantes que no hacen gala de ostentaciones".
El libro tiene un importante afán divulgativo y contiene varias ilustraciones y reconstrucciones en color, esbozadas también por este doctor en historia. Con todas estas investigaciones, "el mapa político y la cartografía humana del archipiélago de los últimos 3.000 años ha podido reconstruirse", afirma. Esta publicación, Enigmas de la arqueología balear, editada por Documenta Balear en la colección Plural, está concebida como la segunda parte de Guía arqueológica de Mallorca, en la que participó también Carlos Garrido.
Aramburu se deja para el final los asuntos espinosos. Lamenta que el Govern balear no hiciera caso de sus advertencias acerca del yacimiento de Son Espases, que él descubrió y donde se va a emplazar el nuevo hospital público. En el solar del centro médico hay abundantes restos cerámicos de diferentes épocas y también de una acequia que parte del ramal principal de la Síquia d´en Baster. "Aunque no es la única mala gestión de patrimonio que se ha hecho en la isla", matiza.
Fuent: Diario de Mallorca
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