12 septiembre 2007

Ciudad Real - El colegio Carlos Vázquez podría albergar un antiguo pozo de nieve

Podría ser el “Pozo de Nieve de la Huerta del Alcázar”, uno de los cinco que existieron en el pasado y que aparecen en las fuentes historiográficas.

Los pozos de nieve constituyen valiosos documentos etnográficos y ejemplos de la arquitectura industrial. Son, además, elementos significativos de nuestro patrimonio en peligro de desaparición.

Las instalaciones del Colegio Público “Carlos Vázquez” de Ciudad Real podrían albergar un pozo de nieve, tal y como apuntan los técnicos de la Delegación Provincial de Cultura; un hallazgo que ha aparecido en el transcurso de las obras de remodelación que está llevando a cabo la Consejería de Educación en este centro.

Concretamente, se han localizado los restos de una estructura excavada en el nivel geológico de la zona, con planta circular y desarrollo cónico, y que presenta al interior restos de un revestimiento continúo de mortero hidráulico, características que se corresponden con las de un pozo de nieve.

Según los técnicos, este pozo puede identificarse con el “Pozo de Nieve de la Huerta del Alcázar”, uno de los cinco pozos que existieron en el pasado en Ciudad Real y que aparecen citados en las fuentes historiográficas del Siglo XVIII.

Los pozos de nieve, también conocidos como neveros, eran construcciones de arquitectura popular dedicadas exclusivamente al almacenamiento y conservación del hielo para su posterior distribución y venta. Hoy, constituyen valiosos documentos etnográficos y ejemplos de la arquitectura industrial. Son, además, elementos significativos de nuestro patrimonio, en grave peligro de desaparición.

La confirmación de estos datos, las dimensiones concretas y características constructivas de los restos localizados durante las obras de cimentación del gimnasio y comedor del colegio, se llevará a cabo mediante la excavación arqueológica, que dirigirá el técnico designado para la realización de dicho estudio y de los trabajos arqueológicos, Miguel A. Hervás Herrera.

Al mismo tiempo, se mantiene el control arqueológico en las zonas que quedan sin excavar para poder documentar posibles estructuras superficiales asociadas, que deberá ser certificado mediante la presentación del oportuno informe final ante la Dirección General de Patrimonio y Museos para su visado definitivo. Así, valorará la posibilidad de su conservación e integración en el proyecto de obra civil.

Características

Los pozos de nieve, también conocidos como neveros, son construcciones de arquitectura popular dedicadas exclusivamente al almacenamiento y conservación del hielo para su posterior distribución y venta. Su tipología está fuertemente condicionada por su función, si bien varía de unas regiones a otras, según las condiciones climáticas dominantes.

En el área geográfica de Castilla-La Mancha, los pozos de nieve eran, por lo general, de planta circular, estaban en su mayor parte excavados en el terreno, y revestidos al interior con fábrica de mampostería a base de piedra local trabada con argamasa de cal y arena.

Tenían una profundidad superior a 6 metros, y su diámetro interior oscilaba entre los 4 y 7 metros. Disponían de un fondo permeable o, en su defecto, de un suelo levemente inclinado hacia un desagüe que evacuaba el agua procedente del hielo almacenado derretido para favorecer la conservación del resto.

Habitualmente estaban rematados por una falsa cúpula de mampostería, construida por aproximación de hiladas, aislada del exterior por una gruesa capa de cal, y dotada de dos puertas de acceso enfrentadas para facilitar las labores de carga y descarga.
El complejo se completaba con diversos elementos auxiliares, tales como balsas o albercas de poca profundidad abastecidas por pequeñas acequias y pozos cercanos, utilizadas para almacenar el agua que había de congelarse en invierno.
Una vez helada el agua de las balsas durante las noches, el hielo resultante se partía en bloques y se transportaba al interior del pozo, donde se prensaba por tandas sucesivas separadas entre sí por capas de paja o materias vegetales semejantes, que actuaban como aislante y facilitaban los trabajos posteriores de extracción del hielo almacenado.

El hielo se empleaba con fines terapéuticos y culinarios: era utilizado contra las fiebres, para rebajar las inflamaciones en las fracturas, para cortar hemorragias y, mezclado con aceite, para curar quemaduras. También se utilizaba para el transporte de pescado y la conservación de alimentos en general, para refrescar bebidas o para fabricar sorbetes y helados.

Historia

Los trabajos de almacenamiento y comercialización de la nieve y el hielo están documentados desde el segundo milenio antes de Cristo hasta el primer tercio del siglo XX.
Para la Península Ibérica, existen referencias escritas de ello desde época romana. En libros de cuentas y de cocina medievales se registra la explotación de los pozos de nieve y el consumo de helados. Pero el negocio de la nieve no se generalizó hasta mediado del siglo XVI; gracias a la difusión de diversos tratados de medicina que ensalzaban las propiedades terapéuticas del hielo.

A lo largo del siglo XVII, el consumo del hielo natural previamente almacenado alcanzó un desarrollo espectacular, y dio lugar a la organización de un amplio conjunto de medidas legales y administrativas tendentes a regular, asegurar y controlar un comercio que comprometía capitales, generaba beneficios fiscales y tenía cierto impacto desde el punto de vista constructivo; de hecho, hacia 1650 la Hacienda Real gravó con tributos el comercio del hielo.

En el siglo XVIII se racionalizó la explotación de este recurso, y se construyeron pozos de nieve en muchas poblaciones como respuesta a una creciente demanda.
El declive de esta actividad tradicional comienza con la aparición de las primeras máquinas de refrigeración. A finales del siglo XIX ya se fabricaba hielo a escala industrial en muchas ciudades, y los pozos de nieve que las abastecían comenzaron a quedar abandonados.

En localidades como Ciudad Real o Miguelturra se documenta el abandono definitivo de estos pozos hacia las décadas de 1920 ó 1930. Convertidos en escombreras primero, y tapiados después, los antiguos pozos de hielo desaparecieron masivamente en pocos años.

Fuente: http://www.lanzadigital.com/

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